jueves, 28 de diciembre de 2017

Diálogo urbano

La ciudad es un gran edificio con vecinos de todo tipo y, al igual que en aquel, a veces se dan incómodas cercanías, discrepancias sustanciales, silenciosos encuentros o escandalosos desencuentros. Pero también hay curiosas relaciones entre los diferentes, acuerdos fluidamente negociados o simplemente fáciles coexistencias.

Venecia. Foto: J. M. León. 2009.

Porque la ciudad, que es el espacio construido donde se gestan y manifiestan las desigualdades económicas y confrontaciones sociales, es fundamentalmente un gran foro de contrastes y debate. Es el lugar de la reivindicación y la lucha, pero también un banco de pruebas para el acuerdo, siempre difícil.
Es posible, casi seguro que hace años una imagen como la que nos acompaña era poco frecuente. De ello ya se hubiesen encargado fervorosos inquisidores religiosos o disciplinados militantes revolucionarios, es decir exaltados integristas de uno u otro tipo.
La ciudad, como reflejo de la sociedad en cada momento, puede ser un infierno para muchos, pero difícilmente será un cielo para otros.

De momento algunos nos conformamos que sea, cada vez más, un espacio para lo que le es sustancial, lo común y conseguir ampliar su ámbito a quienes quieren y tienen derecho a vivirlo.

lunes, 25 de diciembre de 2017

El suelo que pisamos

Seguramente la mayoría de quienes suben para ver uno de los “monumentos” más visitados del mundo, la Acrópolis de Atenas, no son conscientes, ni ven, el pavimento que pisan.
Subida a la Acrópolis. Foto: J. M. León. 12.2016.
Parte de los caminos que van a los Propileos y a la colina de Filopapo fueron diseñados, en los años 50 del siglo pasado, por el arquitecto griego Dimitris Pikionis (1887-1968), y supusieron una nueva actitud ante “el suelo que pisamos”.

La vinculación al paisaje y a la naturaleza (las laderas de la Acrópolis), a la historia (el propio recinto) y a la construcción (los materiales empleados) fueron resueltos con la sabiduría de quien en el año 1935 había escrito “Topografía sentimental”, donde ya manifestaba su sensibilidad sobre el carácter del lugar.

Con la mirada puesta en éste, y utilizando restos provenientes de las casas derribadas en el siglo anterior por el Ayuntamiento, Pikionis crea un tapiz pétreo a modo de un enorme collage de elementos, en el que se traban lápidas de mármol con piezas cerámicas, fragmentos anónimos de piedra e incluso zizagueantes franjas de hormigón, poniendo en valor su topografía, con la presencia de las grandes piedras o árboles que emergen del suelo en su recorrido.

Un puzle hecho de Historia y de historias, que formaliza un diálogo entre la memoria y la contemporaneidad, entre la ruina y la construcción, donde la abstracción geométrica, tan querida a la modernidad, deja espacio para la construcción de algún motivo identificable, como un sol, representación de la tradición y la vida.   

domingo, 17 de diciembre de 2017

De muros: Florencia

Pocos años separan la construcción de los edificios presentes en la fotografía, y sin embargo sus fachadas corresponden a dos concepciones bien diferentes del tratamiento de unos muros tan importantes, que vienen a ser como la tarjeta de presentación de ambos.

Florencia. Foto: J. M. L. 2004
 En uno, a la izquierda, el arquitecto adjudica el protagonismo a la estricta geometría con la que simula el aparejo de una sillería, confiando al dibujo la precisión representativa.
En el otro, a la derecha, su autor juega con las cualidades expresivas del acabado de sus piezas. El grueso apiconado del frente de los sillares se suaviza individualizando su presencia con un tratamiento de almohadillado.

Ambos muros se juntan sin solución de continuidad, maclándose una fachada con la otra, a la par que la presencia de sus diferentes dibujos y texturas las independiza.
La operación de construir un banco continuo a lo largo de las fachadas supone además de una sabia solución, enlazando formalmente ambos muros y dando continuidad constructiva a un tramo de la calle, una atención a quien por ella transita ofreciéndole un lugar para el descanso momentáneo, aún a costa de sacrificar su visión a quien allí se detiene.