lunes, 20 de diciembre de 2021

Las ciudades oscuras de Schuiten y Peeters

 

En 1996 el dibujante François Schuiten y el guionista Benoît Peeters publicaron “Le Guide des cités” (Ed.  Casterman). 

Escrita simulando el erudito estilo de las guías de viajes de finales del siglo XIX y comienzos del XX documentaron con abundantes ilustraciones y datos de todo tipo las fantásticas, en su doble vertiente de fantasiosas y de bien representadas, “Cités obscures”, que habían iniciado con “Les Murailles de Samaris” (1982).

En la Introducción sus autores hablan de que “los lazos entre este universo y el nuestro parecen antiguos y frecuentes” y citan obras de escritores como M. Maeterlink, J. Gracq o R. Daumal, pero también se refieren a F. Kafka, W. Benjamin, I. Calvino, J. L. Borges o A. Bioy Casares, por sus miradas hacia lo fantástico.  

La Guía comienza con la ubicación del territorio de las “Ciudades oscuras” en el mapa de un planeta cuya visión es imposible desde el nuestro, “… como si fuese víctima de un eclipse permanente”.


Portada de la Guía y supuesto mapa de localización de las ciudades. ("Le Guide des Cités". 1996)

En las novelas gráficas que la precedieron sus protagonistas tenían la misión de descubrir algún misterio en otra ciudad (“Les Murailles de Saramis” o “La route d´Armilia”), de planificar y ejecutar su desarrollo urbanístico (“La Fiebre de Urbicanda” o “Brüsel”) o de conocer y guardar mitos y edificios.

En unos casos sus nombres hacen un guiño casi literal a ciudades bien conocidas, Pârhy-París, Brüsel-Bruxelles, Kobenhaven-Copenhague, y en otros evocan con su sonido antiguos y lejanos lugares, Mylos, Xhystos, Calvani, Galatograd, etc.

Su ordenación varía entre los tejidos urbanos convencionales, desde la diminuta trama de la ciudad histórica a la ortogonalidad de los nuevos ensanches, y singulares estructuras espaciales que parecen invadir la ciudad.


Plano de la ciudad de Urbicanda ("Le Guide des Cités". 1996)
 
Ilustración de "La fièvre d´Urbicanda" (1985)

Las ciudades descritas por Schuiten y Peeters están compuestas de grandes edificios que empequeñecen literalmente a los protagonistas y sus historias, y sus arquitecturas se nutren de todo tipo de evocaciones, barrocas o fabriles (Mylos), de luminosas estructuras de acero y cristal tipo Art Nouveau (Xhystos, Calvani) o de sólidas construcciones deudoras del Futurismo italiano y del Art Déco (Urbicanda).


Las ciudades de Mylos ("La route d´Armilia". 1988)  y Calvani ("Le Guide des cités".1996)

Xhystos ("Les murailles de Samaris". 1982)


Urbicanda ("Le guide des cités". 1985)


Y en este imaginario urbano se cruzan constantemente fantasiosas construcciones con grandes cúpulas orientales por encima de las cuales circulan sus habitantes (Galatograd), estilizados rascacielos envueltos por la niebla (Kobenhavn), edificios con formas vegetales (Blossfeldtstad) o laberínticas construcciones escenográficas (Samaris, Pâhry).

Galatograd y Kobenhavn ("Le Guide des cités". 1996)

Blossfeldtstad ("Le Guide des Cités". 1996) y Samaris ("Les murailles de Samaris". 1982)


Un mundo de ciudades en el que la frontera entre las imágenes sugeridas -la ficción- y muchas de las que construimos día a día -la realidad- se confunde en la cabeza del lector.


Si te interesa la representación de la arquitectura y la ciudad en el cómic y la novela gráfica puedes consultar:

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2021/05/arquitecturas-modernas-en-el-comic.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2021/03/la-ciudad-en-blanco-y-negro-dos-novelas.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2021/02/el-espacio-arquitectonico-en-el-comic.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2020/09/la-ciudad-en-el-comic.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2020/02/amueblando-con-diseno-el-comic.html










lunes, 13 de diciembre de 2021

Otros techos

 

Si algo se asocia con el hogar además del fuego es el techo. “Estar a cubierto”, “tener un techo”, son expresiones habituales que ponen de manifiesto el sentimiento de protección que ofrece la casa y la importancia que aquel tiene en la configuración de la arquitectura.

En ocasiones ésta se despoja de alguna de sus características constructivas y el sólido techo pasa a ser la definición geométrica de un plano que cobija tenuemente un lugar.

Desde los entoldados de los mercados populares a las plazas engalanadas con motivo de las fiestas hay toda una tradición de cómo esa arquitectura, que aparece y desaparece, acompaña a la que consideramos permanente.

Mercado She Haat. Himachal. India (Fuente: Diary times)

Puestos de tintoreros de lanas. Marrakech (Foto: J. M. León)

Plaza de Fornalutx. Mallorca (Foto: V. Catalá)


Estas imágenes que identificamos con lo popular se cruzan con las obras de numerosos creadores, que en las últimas décadas han hecho de este tipo de solución el motivo de sus atractivas y efímeras propuestas.

El diseñador Akane Moriyama realizó en 2013 un liviano y múltiple dosel formado por finas telas de colores que dispuso entre dos edificios de la Universidad de Texas. El suave movimiento del aire y la incidencia de la luz hacían que este delicado techo cambiase constantemente de forma y color y con él, el espacio que cubría. 

Cubic Prism. Goldsmith Hall. Universidad de Texas. Austin. (A. Moriyama arqta. 2013. Foto: A. Stelee y A. Moriyama)


Sin la continuidad formal del techo, el equipo DP Architects construyó para el Pabellón Archifest 2016 en Singapur una secuencia de planos verticales utilizando mallas de obra recortadas. En su rítmica continuidad se fundían visualmente, creando la sensación al recorrerlo de estar inmerso en un tenue recinto.

Pabellón Archifest 2016. Singapur (DP architects. Foto: Teo Zi Tong)


Ese mismo año, en la Tenerife Design Week, el colectivo “Liivig Design Lab: Diseño y Arquitecturas colaborativas” intervino en el patio del antiguo edificio de “Los Lavaderos” con una mirada que se acercaba a lo popular tanto por la idea como por el material empleado, tiras de paños que colgaron de unos cables. La intensidad del color rojo y la densidad de su colocación hicieron del patio un nuevo espacio.

Tenerife Design Week 2016 (Equipo "Living Design Lab Diseño y Arquitecturas colaborativas". Foto: P. De Souza)

A modo de nuevos cielos dentro de edificios existentes, el equipo formado por Vicens + Ramos y Ramos Alderete arqtos. proyectó para la empresa Vilaplana Catering “La Nube de Pastrana” (Madrid. 2018) utilizando 600 m. de cortinas blancas suspendidas de unos raíles que permiten cambiar su disposición geométrica, transformando ocasionalmente el techo de un polideportivo en un luminoso cielo de nubes.

"La nube de Pastrana". Madrid (Vicens+Ramos y Ramos Alderete arqtos. 2018. Foto: C. Pesqueira)

De manera más literal con la idea de un “falso techo”, el arquitecto Josep Ferrando rediseñó en 2019 los espacios comunes de la Feria BBConstrumat en Barcelona colgando lonas de geotextil formando una secuencia de ondas con diferentes caídas según los ámbitos sobre los que intervenía.   

Vista interior y Plano de sección de  la zona de conferencias. Feria BBConstrumat. Barcelona (J. Ferrando arqto. 2019. Foto: A. Goula y Plano Proyecto)

Utilizando finas telas decorativas o toscos paños, mallas o textiles empleados en la construcción estas arquitecturas efímeras, que en algunos casos retornan a su lugar o se aprovechan para otros usos, generan entre la ligereza de sus materiales básicos y la solidez de las  construcciones del entorno en que se ubican o que los albergan en su interior un brillante diálogo de contrastes.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Ciudades imaginarias. La difícil representación de la utopía

 

Generalmente cuando pensamos en ciudades imaginarias nos vienen a la memoria los proyectos más o menos utópicos de arquitectos y artistas plásticos, algunos de los cuales ya han aparecido en “La ciudad visitada”.

Pero no es menos importante la contribución de quienes con diferentes ópticas y medios han recreado y recrean este mundo de lugares, ciudades y arquitecturas de fantasía, desde las que se refieren a arquitecturas de las primeras civilizaciones a las que el cine de ciencia ficción nos proyecta como futuro de la humanidad.

"La Torre de Babel" (P. Brueghel el Viejo. 1563) y escena de "Blade Runner. 2049" (D. Villeneuve. 2017)

 

En medio se encuentran, entre otras muchas, las descritas por filósofos con planteamientos comunitaristas, que proyectan en la organización de sus ciudades utópicas las críticas a la sociedad en la que viven.

Los más importantes entre los primeros fueron Platón (427-347 a.C.), Tomás Moro ( 1478-1535), Francis Bacon (1561-1626), Tommasso Campanella (1568-1639) y Johannes Valentinus Andreae (1586-1654), que generalmente recurren al relato de viajeros o naúfragos que arriban a las islas donde se encuentran “sus ciudades”.

Platón habla en sus obras “La República” y “Timeo” de la ciudad de Calípolis, describiendo su filosofía política y organización social, poniendo mucho más énfasis en estos aspectos que en su trazado y formalización.

En cambio al referirse a la ciudad de Magnesia en “Leyes”, lo hace en los mismos términos de crítica a la sociedad griega, pero cuantifica su tamaño, capaz de alojar unos 5.000 habitantes y define su configuración urbana.

Con una estructura jerarquizada y geometría circular estaría dividida en 3 zonas concéntricas y 12 sectores delimitados por calles radiales que confluyen en el espacio público y del poder, vinculando la bondad de su organización urbanística a la consecución de su ideal social, y de la que no hay más representación que alguna interpretación de su texto.

Portada de "La república" (Platón. 370 a.c.) y Esquema interpretativo de la ciudad de Magnesia en "Las Leyes"  (según Cervera Vera. 2005)

 

Casi dos mil años después, en 1515, el pensador y humanista Tomás Moro (1478-1535) en el segundo de los libros que componen el  "Librillo verdaderamente dorado, no menos beneficioso que entretenido, sobre el mejor estado de una república y sobre la nueva isla de Utopía" imagina ésta con su capital, Amaurota.

En su obra un viajero describe pormenorizadamente las calles y casas de una ciudad casi cuadrada y dividida en cuatro partes, cuyas puertas nunca están cerradas y en la que imperaraba, además de otros aspectos, la igualdad entre sus ciudadanos, exceptuando a los esclavos a los que no considera tales, y la sustitución de la propiedad privada por el bien común. 

Creada por el rey Utopo que mandó cavar un foso para separar su territorio del continnete, su propio nombre es significativo. Utopía palabra que proviene del vocablo griego “ou”, que significa no, y del “topos”, lugar. Es decir un lugar que no existe.

Edición de "Utopía" (Tomás Moro. 1515)


Llama la atención la gran ingenuidad con la que se dibuja la isla y sus núcleos urbanos frente a la precisión geométrica de planos y vistas de ciudades ”ideales” renacentistas realizados décadas antes.

En esa misma línea el filósofo dominicoTomasso Campanella (1568-1639), escribe “La Ciudad del Sol” (1602) que sitúa en la isla imaginaria Taprobana.

Organizada en 7 círculos concéntricos con los nombres de los planetas, en sus muros estarían inscritos todo tipo de conocimientos y  en el centro del conjunto se dispondría el templo del Sol. Dotada de baluartes y fosos para dificultar su conquista, su disposición muy similar a la Palmanova proyectada por  V. Scamozzi en 1593.

Es de destacar la importancia que en el texto se da a la educación y a la cultura como base imprescindible para el buen funcionamiento y gobierno de la ciudad.

"La Ciudad del Sol" (T. Campanella. 1602) e Interpretación planimétrica (Gutnov A.E., Glazychev V.L. El mundo de la arquitectura: el rostro de la ciudad)

 

“Christianopolis” (1619) es el nombre que da título al estudio del reformador social  y teólogo luterano Johann Valentin Andreae (1586-1654) y a la ciudad que sitúa en la isla de Caphar Salama. La descripción de su organización social y urbana se completa con su representación en planta y en perspectiva que, al igual que el texto anteriormente, podrían haberse hecho realidad.


Pensada como una pequeña república de 400 personas tenía forma cuadrada con potente muralla con bastiones y en su interior se sucedían cuatro manzanas concéntricas con torres en los ángulos y un templo en el espacio central. En ella se diferencian las zonas de viviendas de las públicas, las de públicas y de esparcimientos y las de almacenamiento e industriales.

"Christionopolis". Planta y perspectiva (J. V. Andreae. 1619)


 

En 1626 el filósofo y escritor Francis Bacon, considerado el padre del empirismo escribe “La nueva Atlántida” (1626) sobre la búsqueda de  la ciudad de Bensalem. Uno de sus sabios habitantes explica las características de este lugar donde la ciencia y el saber permiten a sus habitantes comprender científicamente la realidad.

Sin referencia a su configuración arquitectónica o urbana, localiza en “La casa de Salomón” el centro que sólo lo es del poder. Especialmente lo es de enseñanza e investigación, disciplinas que propicia que la educación y el orden constituyan la base del bienestar social.

Portala e ilustración de "La Nueva Atlántida" (F. Bacon. 1627(

 

Las obras someramente citadas permiten, junto con otras similares publicadas en esos siglos, realizar un breve paseo por esa ciudad deseada, entre utópica e imaginada, que con su existencia acompañaría el desarrollo de una sociedad más justa y más sabia.


Si quieres leer algo más sobre "ciudades imaginadas-ciudades imaginarias", puedes entrar en:

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2021/06/la-ciudad-del-futuro-vista-desde-el.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2020/08/arquitecturas-fantasticas-fantasticas.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/11/algunas-ciudades-de-ciencia-ficcion.html

 

lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Normal o diésel?

 

Cuántas veces hemos oído algo parecido a esta pregunta al ir a repostar a una gasolinera.

En una época en la que se nos avisa de que el futuro del abastecimiento de combustible va por otros caminos, no está de más recordar algunas de sus pequeñas arquitecturas.

Desde las humildes farmacias donde se vendían unas garrafas de un derivado del petróleo, que tanto servía para la limpieza industrial como de combustible para los automóviles, a las aerodinámicas áreas de servicio actuales hay un camino -o carretera- jalonado de estas construcciones.

Las estaciones de servicio en origen fueron poco más que el soporte de una manguera de distribución y de un contador al aire libre, a los que se añadió una cubierta prolongando la del techo del edificio complementario, a la vez control, refugio y tienda.

En 1927 el arquitecto Casto Fdez.-Shaw (1896-1978) proyecta una expresionista gasolinera para Pétroleos Porto Pí en Madrid, reconstruida en 1996 después de haber sido casi totalmente derribada veinte años antes por la presión inmobiliaria de la empresa que construyó en su entorno.

En ella aparecen nítidamente los citados elementos, un edificio de servicio y venta al público, la marquesina que protegía el espacio de suministro y un elemento publicitario, en este caso formalizado por su torre-altavoz, tal como ilustran los planos del proyecto, todo ello resuelto con hormigón armado.

Detalle del Proyecto de "Estación de servicios para autos". Madrid /C. Fernández Shaw. 1927)
  
Vistas de la Estación original y de la reconstruida. Madrid (Fuente: Rev. Hogar y Arquitectura y Foto: L. García)

Ese mismo año, Frank Lloyd Wright (1867-1959) diseña una estación de servicio para la ciudad de Búfalo (Estado de Nueva York) que no se llega a construir, hasta que en 2014 se reproduce en el Museo del Transporte Pierce-Arrow de esa misma localidad.  

Su singular imagen está más próxima a la arquitectura doméstica de F. Ll. W que a la de sus coetáneas que salpicaban las carreteras americanas. Todo en ella era diferente, la cubierta y el revestimiento de sus pilares de cobre, el abastecimiento que se hacía desde el techo con las mangueras al aire, los colores de éstas coincidentes con los de la bandera americana, ...

 
Estación de gasolina. Museo del transporte Pierce-Arrow. Buffalo (F. Ll. Wright. Proyecto:1927. Fuente: idealista/news)

Las imágenes siguientes son una pequeña muestra de la gran variedad formal de las estaciones de servicio, fruto de la personal mirada de tantos arquitectos e ingenieros que las proyectaron.

En ellas se hacen eco de las nuevas técnicas constructivas y lenguajes arquitectónicos, haciendo de sus construcciones el principal reclamo publicitario de las mismas.

Gasolineras en Nienegen. Holanda (BJ Meerman y J.van der Pijl. 1936) y Skovshoved. Dinamarca (A. Jacobsen. 1937)

 Asmara. Eritrea (G. Petazzi. 1938. Foto: D. Stanley) y Hannover (W. Haeman. 1956. Foto:AP)
                                                                    
Estación tipo AGIP. Italia (P. Portaluppi. 1950 c. Fuente: Tectónica) y Atocha. Madrid (1960 c. Foto: Peterson)

Gasolinera en San José. California (1962) y "El Rebollet". Oliva. Valencia (J. de Haro.1962. Foto: M. Navarro)


Estación de servicio Palm Springs. California (A. Frey. 1965) e Isla Nun. Montreal (M. v. d. Rohe.1968. Fuente: Behance)


Gasolinera tipo REPSOL. España (N. Foster. 1997) y Estación en Esponde. Portugal (Figueiredo. 2013)

Con el paso del tiempo y los cambios en el sector del transporte  muchas de ellas van desapareciendo, y con ellas un pequeño fragmento de la historia de la arquitectura.

Pero el reconocimiento de su valor les ha propiciado en otros casos, de la mano de inteligentes proyectos, una nueva vida como oficinas de información, centros de arte, cafeterías, estudios de arquitectos o variados locales comerciales.

Aunque en ellos ya no se oiga la habitual pregunta, ¿normal o diésel?






















lunes, 22 de noviembre de 2021

La ciudad de las letras

 

¿Cuántas veces oyendo esta expresión, la ciudad de las letras, nos imaginábamos una ciudad donde los escritores se habían reunido para contarnos cuanto en la historia había ocurrido y seguía sucediendo o sus estantes guardaban el recuerdo de la ciudad y su futuro?

Y descubrimos que antes que nosotros, arquitectos, constructores  e ilustradores habían soñado con esta ciudad de otra manera y habían dibujado sus edificios letra a letra. 

En 1773 el constructor y arquitecto alemán Johann David Sreingruber (1702-1787), autor de iglesias, escuelas y fábricas de cerveza elaboró su Architektonisches Alphabet, dibujando todas  las letras mayúsculas del alfabeto, de la A a la Z con alguna variante más, como si fuesen las plantas de distribución de unos geométricos palacios con sus fachadas correspondientes.

Architektonisches Alphabet (J. D. Steingurber. 1773)

Las espléndidas láminas que las ilustran van a su vez acompañadas por una página en la que se describe la organización y funcionalidad de cada edificio representado.

Doble página del Architektonisches Alphabet (J. D. Steingruber. 1773)


Llama la atención en el elaborado trabajo de J. D. Steingruber la precisión en el dibujo a base de pensadas distribuciones, tan próximas a las representadas en los Tratados de Arquitectura de la época.

Los tramos largos de las letras albergan una sucesión de salas y gabinetes orientadas a la fachada más abierta y servidas por generosos corredores.

Lógicamente la simetría, horizontal o vertical, marca poderosamente las distribuciones, disponiendo los accesos, escaleras y grandes salones en los puntos centrales, haciendo patente su importancia funcional y tipológica.

Ilustraciones de las letras B y M. Architektonisches Alphabet (J. D. Steingruber. 1773)


Cuando la simetría de la letra no es total el autor utiliza ingeniosos  recursos compositivos.

En el caso de la “Q”, el rabillo inferior se convierte en la amplia entrada al edificio y a su patio, definido por la propia geometría de la letra. La incorporación de unas rotondas resuelve el doble giro de la letra “S” que se conectan a través de un corredor que atraviesa verticalmente su dibujo.

Ilustraciones de las letras Q y S. Architektonisches Alphabet (J. D. Steingruber. 1773)


Décadas después el artista y decorador Antonio Basoli (1774-1848) edita en 1839 su Alfabeto Pittorico, compuesto por un conjunto de láminas que representan imaginarios edificios, muchos de ellos de influencias orientalizantes.

Alfabeto Pittorico (A. Basoli. 1839)


A diferencia de la obra de Steingruber, que nos mostraba en sus letras la distribución interior de unos gráficos edificios, en la de Basoli las letras los construyen en perspectiva o sirven de soporte a sus interiores.

Ilustraciones de las letras A y K. Alfabeto Pittorico (A. Basolo. 1839)

Algo similar hicieron pocos años más tarde Bena Antonio de Pian (1784-1851) y Gianni Battista de Pian (1813-57), padre e hijo y reconocidos escenógrafos que presentan entre 1843 y 1844 sus Alphabetto Latino Schizzato.

Ilustraciones de las letras N y C. Alphabetto Latino Schizzato (B. A. de Pian y G. B. de Pian. 1843-44)


Este ilusionista juego arquitectónico, de escribir con edificios o construir con letras, tiene sus continuadores en nuestros días de la mano de artistas que sin el “rigor” del primero ni el “exotismo” de los segundos siguen estableciendo una relación gráfica entre arquitectura y tipografía.

Seguramente es una ingenuidad pensar que algún día el trazado de la ordenación urbanística de un barrio saludase a los cielos con un HOLA o HASTA LUEGO dibujados con la forma de sus bloques .

El resultado de tal “alegría” proyectual no creo fuese peor que las desangeladas ordenaciones de tantos polígonos residenciales de la periferia, y su visión sería un amable descubrimiento que sólo los drones pondrían al alcance de nuestra vista.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Donde la ciudad cambia de nombre

 

Hubo una época en la que el límite de la ciudad estaba claramente definido por la sólida presencia de sus murallas. Con la pérdida de su función defensiva éstas fueron demolidas y el progresivo crecimiento urbano fue extendiéndose extramuros.

Plano de Logroño (Fco. Coello. 1851)

A finales del s. XIX los Planes de Ensanche definieron unos nuevos perfiles urbanos a través de las alineaciones de una retícula que ocupó todo el suelo proyectado. A ellos se fueron añadiendo otras barreras (trazados ferroviarios, rondas, carreteras de circunvalación, etc.) que fueron superadas progresivamente.

El crecimiento de la ciudad con edificaciones aisladas parece seguir, con menos densidad, un modelo de ocupación similar, eso sí con más espacios libres, pero sin resolver la relación entre unos territorios, ciudad y campo, tan diferentes y tan próximos.

Logroño desde el sur (Foto: J. M. León)

Sus bordes parecen cortados por un afilado cuchillo y en su contacto se producen zonas de fricción. Al otro lado del ladrillo, del hormigón y del asfalto se encuentra la tierra fértil que esforzados agricultores trabajaron desde hace décadas y algunos voluntariosos todavía lo hacen.

Logroño  (Foto: J. M. León)

En general, la ciudad se entrega torpemente, con más desidia que ignorancia, con calles en estado interruptus como si hubiésemos llegado a un “finisterre”, o sin más aprecio por la ciudad que permitir a los coches volver sobre sus pasos, obviando lo que ocurre al otro lado.

Valdegastea. Logroño (Foto: J. M. León)

Un paisaje natural progresivamente ocupado hasta no hace tanto por huertas y sus casetas de aperos, granjas y las viviendas de quienes las atendían, incluso con algunos pequeñas industrias, y con muchos caminos que daban acceso a este variopinto mundo.

Edificación agrícola al borde de la ciudad. Logroño (Foto: J. M. León) 

Pero este paisaje característico de las zonas más próximas a cualquiera de las ciudades o conurbaciones en las que vivimos también ha ido transformándose.

Las expectativas inmobiliarias generadas por la progresiva ocupación del suelo agrícola han motivado en muchos casos el abandono del cuidado y cultivo de las fincas colindantes, dejando el terreno baldío donde crecen las hierbas, las acequias se han secado y languidecen las construcciones semiarruinadas.

Logroño. Vivienda y edificación industrial abandonada (Foto: J. M. León)

Si bien en numerosos casos se han creado huertos urbanos en las periferias e intervenido sobre espacios sin uso en el interior de la ciudad creando pequeños "parques agrícolas", en general queda pendiente como resolver el encuentro de lo urbano con su entorno.

Huertos urbanos en la ciudad. Barcelona (Fuente: El Periódico. Foto: E. Fadrique)


Detroit. Una manzana residencial arruinada transformada en un parque agrícola. (Fuente: yesmagazine. Foto: M. Gerard)

Imágenes como éstas,  a las que se pueden añadir otras como las del discutido plan “Sociópolis” en Valencia y las que a buen seguro se están gestándo en numerosos estudios, debieran estar presentes en la reflexión y debate sobre cómo queremos que nuestras ciudades convivan con lo rural y lo natural, diluyendo sus rígidos límites y produciendo una activa permeabilidad entre ellos.

Ilustración del  Plan Sociópolis. Valencia (E. Guallart arqto. 2005)