lunes, 28 de septiembre de 2020

Las cosas, las casas y las gentes

Hace poco más de 25 años, en 1994, el suplemento EL SEMANAL de EL PAÍS publicaba un extra con el título “Retrato del mundo. Familias de 30 países nos descubren todos los secretos de sus vidas” en el que nos mostraba a sus componentes, de diferentes lugares y distintos niveles económicos y sociales, con sus muebles, enseres y objetos delante de sus casas, acompañados de una descripción y su inventario. 

En las imágenes de “Retrato del mundo” los objetos oscilan entre lo estrictamente funcional y lo claramente decorativo, pero todos ellos, o muchos de ellos a buen seguro, eran imprescindibles para cada familia en el momento de la fotografía. 

Página Familia Skeen. Pearland. Texas. EE.UU. (SUPLEMENTO. EL PAÍS. Foto P. Ginter y P.Menzed) 

Página Familia De Frutos. Segovia. España (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto J. M. Navia)

Página Familia Saleh-Alí. Bagdad. Irak  (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto A. Boulat)

Desde la acumulación compulsiva de cualquier familia de clase media del llamado primer mundo a las escasas propiedades de una familia de la India o Guatemala, el conjunto de imágenes nos hablaban de mucho más que de sus disponibilidades económicas, descubriendo en los rostros de los fotografiados su actitud ante la vida con sus satisfacciones, aspiraciones y resignaciones.

Familia Pfitzner y sus cosas. Colonia. Alemania. (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto P. Ginter)

Familia Yadev y sus cosas. Abraura Village. India (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto P. Ginter)

Familia Qampie y sus cosas. Soweto. Suráfrica. (SUPLEMENTO. EL PAÍS. Foto P. Menzel)

Su contemplación, un cuarto de siglo después, se entrelaza con el recuerdo de la instalación "Waste Not". (“No desperdicies”) de Song Dong en el MOMA de Nueva York, que A. Muñoz Molina explicaba en un artículo de BABELIA (11.07.09)

En ella se mostraban múltiples objetos que acumuló la madre del artista a lo largo de décadas de su vida en la República Popular  China, rememorando de alguna forma la vida de aquella, pero sobre todo la propia vida de las cosas, o como dice el escritor "en las cosas". 

Waste not. "No desperdicies" (S. Dong. MOMA NY. 2009)

Esta idea del valor de las cosas y las casas abre la puerta a imaginar, como si se tratase de un ejercicio de “actualización” dadas las profundas transformaciones que ha vivido la sociedad en este último cuarto de siglo. 

Detalle Familia Natoma. Koualourou. Malí. (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto P. Menzel)

Detalle Familia Ukita. Tokio. Japón (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto P. Menzel)

Familia Cakoni. Burrell. Albania. (SUPLEMENTO. EL PAÍS.  Foto L. Psihoyos)

Porque ¿de qué forma habrán evolucionado estas personas?, ¿seguirán vivas?, ¿cómo vivirán?, ¿qué habrá pasado con sus casas y sus cosas y cuáles serán ahora? ... ¿habrán alcanzado sus sueños?.


lunes, 21 de septiembre de 2020

La ciudad en el cómic

La relación entre la ciudad y el cómic (o el tebeo como popularmente se llamaba en España) ha sido y es literal y formal, en la medida en que “las aventuras” que en ellos se narran se desarrollan en un marco arquitectónico  y urbano.

En los últimos años se han publicado numerosas “historias ilustradas” sobre la ciudad, la casa o la obra de grandes arquitectos. De las primeras ya existían magníficos ejemplos como La ville/Die Stadt (1925) de F. Masereel o New York: The Big City (1986) de Will Eissner, en las que se ilustra su evolución o la historia de un barrio.

A ellas hay que sumar otra historia de la ciudad. La que se puede construir con las múltiples y variadas viñetas de tantas publicaciones cuyo objetivo no era tanto explicar su evolución, como dar soporte escenográfico a la acción, conformando todas juntas un magnífico retablo.

En él coexistirían el rigor de la documentación histórica con la ingenuidad de los tópicos, la recreación de la actualidad con la fantasía imaginativa de lo que está por venir. Porque los dibujantes e ilustradores al no verse sometidos a la férrea disciplina de la construcción (la famosa Firmitas de Vitrubio) se adentran con toda libertad en el mundo de la fantasía, con la única condición de que lo dibujado sea reconocible.

A modo de ejemplo se presenta una selección de 24 viñetas de distintos guionistas y dibujantes que componen una página de un cómic de cómics, una historia ilustrada cuyo protagonista no es un héroe o un villano. Es la ciudad.


LA CIUDAD ANTIGUA. El Jabato (F. Darnis, 1958) y Astérix. La residencia de  los dioses (Uderzo y Goscinny, 1971)

LA CIUDAD MEDIEVAL. Los compañeros del crepúsculo  (Bourgeon, 1990) y El Príncipe Valiente (H. R. Foster, 1972)

LA CIUDAD ÁRABE. La casa dorada de Samarcanda (H. Pratt, 1989) y El cangrejo de las pinzas de oro (Hergé, 1953)

ASENTAMIENTOS INDÍGENAS. Jonathan Catland (Blanc-Dumond y Harlé, 1975) y Bartolomé de  las Casas (Redondo, 1992)

LA COLONIZACIÓN: EL FAR-WEST.Arizona Love (Giraud y Charlier, 1990) y  Lucky Luke : El hombre de  Washigton (Guerra y Achdé, 2014)

LA CIUDAD EUROPEA A FINALES S. XIX. Cita en Seven Oaks (Flo´ch y Riviere, 1985) y Aqui même (Tardi, 1981) 

LA CIUDAD AMERICANA EN EL S. XX. Contrato con Dios (W. Eissner, 1978) y Tintín en América (Hergé, 1945)

LA CIUDAD CONTEMPORÁNEA. Largo Winch (Franq y Van Hamme,  1993) y Encuentros y Desencuentros (Muñoz y Sampayo, 1977)

HACIA LA MEGALÓPOLIS. Akira (K. Otomo, 1990) y Made  in Los Ángeles (Moebius, 1989)

LA CIUDAD POSTBOMBA. Rankxerox 2 (Liberatore y Tamburini, 1984) y Hombre (Ortiz y Segura, 1981)

LA CIUDAD DEL ESPACIOAtmósfera cero (Steranko, 1981) y Planeta Difool (Moebius y Jodorowsk,1989)

CIUDADES FANTÁTICAS. Flash Gordon (A. Raymond ) y La fiebre de Urbicanda (Schuiten y Peeters1985)

Este breve “relato” no puede tener otro final que el que era tan habitual en los tebeos e historietas por capítulos que cerraban momentáneamente sus páginas con un

    “CONTINUARÁ”


lunes, 14 de septiembre de 2020

A la captura del espacio interior


Desde finales del s. XIII la representación del interior de los edificios en la pintura vivió un proceso que culminaría un siglo después con los estudios sobre la perspectiva de F. Bruneleschi (1377-1446) y los tratados de L. B. Alberti (1404-72).

Los mejores artistas de las escuelas de Siena y Florencia se enfrentaron a cómo representar tridimensionalmente el espacio, a través de la perspectiva caballera, superando paulatinamente el esquematismo geométrico de épocas anteriores.

Giotto di Bombone (1264-1337) y Duccio di Buoninsegna (c. 1255-c. 1318) fueron los pioneros en la búsqueda del realismo arquitectónico, y a ellos se sumaron otros muchos que coincidirán en ciertos “gestos” que ponen de manifiesto la carga intuitiva con la que trabajaban y la ausencia de una teoría científica.

Entre ellos destaca el recurso a una relación "interior-exterior", ante la dificultad de dominar el espacio interior. 


Giotto, por ejemplo, elimina una de las paredes del recinto donde se desarrolla la narración dejando su arquitectura de columnas y muros al aire, ya sea un refinado templo o una construcción más modesta, como si estuviese en una posición claramente exterior.

"La aparición de San Francisco al obispo de Asís y a fray Agustín" (Giotto. 1290) y "El sueño de santa Ana" (Giotto, c.1302)


Duccio, de forma similar, crea una arquitectura totalmente “abierta” de finas columnas que sostienen pórticos y doseles, bajo los cuales ocurren milagros y curaciones, estableciendo igualmente una clara diferencia entre el espacio interior, donde se desarrolla la acción, y el exterior, desde el que se contempla.

"La Anunciación" y "Cristo acusado por los fariseos" Detalles del retablo La Maestá (Duccio. 1308-11)

Las arquitecturas representadas se irán haciendo paulatinamente más complejas para dar cobijo a las historias que se desarrollan en diferentes niveles, como las realizadas por S. Martini (1284-1344) y A. Lorenzetti (1290-1348), recurso ya utilizado por Duccio en las tablas de La Maestá, generando una tensión formal y narrativa entre los dos pisos, máxime cuando la escalera que los comunica constituye otro escenario.

Detalle del retablo Agostino Novello (Simone Martini. 1324) y "Vida de san Nicolás" (A. Lorenzetti. 1327-32)


T. Anddi (1290-1366) retomará como marco pictórico el interior del templo, sometiendo las proporciones de su arquitectura a una "exquisita deformación", mientras P. Lorenzetti (1280-1348) volverá a las arquitecturas planas en los que utiliza la comunicación de los protagonistas para dotar de dinamismo a la obra.

"La expulsión de san Joaquin del templo (T. Gaddi. 1328) y"Beata Umilta cura a una monja enferma" (P. Lorensetti. 1341) 


En el siglo XV este recurso “Interior-Exterior” seguirá estando presente en la pintura, pero paulatinamente, y con el apoyo del conocimiento de la técnica de la perspectiva se irán fundiendo ambos ámbitos hasta hacernos participar de la intimidad de la casa o de la solemnidad del templo representado para acoger o realzar la escena protagonista como en la obra de R. Campin (c. 1375-1444).  

"Tríptico de La Anunciación" (R. Campin. 1425-30)




 

lunes, 7 de septiembre de 2020

Construir con el agua. Luis Barragán y Carlo Scarpa


¿Quién no ha sentido el placer de descansar al lado del curso de un riachuelo, de sentir la tranquilidad de las aguas de un estanque o de dejarse llevar por el constante murmullo de un manantial?

Desde las primeras sociedades claramente urbanas se incorporaron estas sensaciones en la arquitectura a través de los jardines y patios privados. La civilización romana primero y la árabe y japonesa posteriormente construyeron por doquier magníficos ejemplos que sirvieron de inspiración para muchos arquitectos modernos.

Palacio de Comares y Patio de los Arrayanes. Alhambra de Granada. (s. XIV) y Pabellón de Alemania. Barcelona (Mies van der Rohe y L. Reich. original: 1929. reconstrucción: 1983-86) (Fuente: wikimedia y R. Ramírez)

En pleno siglo XX dos grandes arquitectos, muy diferentes en sus planteamientos y obras, Luis Barragán (Guadalajara, México, 1902-88) y Carlo Scarpa (Venecia. Italia, 1906-78) utilizaron el agua como un elemento más en la construcción de sus obras. 

Mientras  el primero estuvo influenciado por las albercas mexicanas y los jardines andalusíes, el segundo encontró la motivación en la ciudad en la que nació y en su querencia por lo oriental.

Luis Barragán, arquitecto de planos y volúmenes, de luces y  colores, hace del agua parte de todo ello, definiendo sus tersas láminas que dotan de profundidad a sus arquitecturas. En las Colonias "Las Arboledas" (1958-63) y "Los Clubes" (1961-72), destinadas a amantes de la equitación, proyecta grandes estanques para el refresco de los animales (su profundidad está pensada, en palabras del arquitecto, "... para que al pasar el caballo, le llegara el agua a la panza"), componiéndolos formalmente con limpios muros de vivos colores.

Fuente del Bebedero en "Las Arboledas" y alberca en "Los Clubes". Aizapán. Ciudad de México (Fuente: Barragan Foundation)

La Fuente de los Amantes (1964) situada en “Los Clubes” se resuelve con una composición espacial, casi neoplástica, formada por gruesos muros de fábrica, que forman un pórtico de planos cruzados, por uno de los cuales discurre un canal con gárgola, y la propia superficie del agua.

Fuente de los Amantes. Fraccionamiento "Los Clubes". Atizapán. Ciudad de México (L. Barragán. 1964-69)

Con un carácter estrictamente privado, en las Casas Gálvez (1955) y Gilardi (1976), la presencia del agua transmite una agradable sensación de serenidad. En el primer caso un pequeño estanque, casi encerrado entre altos muros de color rosa, se abre a la entrada de la vivienda, produciendo a lo largo del día un variado mural de cambiante geometría.

El patio lateral a la entrada de la Casa Gálvez. Ciudad de México (L. Barragán, 1955) (Fuente: y Barragan Foundation)

En la segunda, “la alberca”, solicitada por los propietarios, ocupa un lugar privilegiado, compartiendo espacio con la sala comedor abierta al patio central de la casa. Su cuidado tratamiento con la introducción de un muro laminar, la utilización de colores contrastados y la tamizada entrada de luz cenital, que en ciertos momentos dibuja un rayo de sol, hacen de la presencia del agua un espacio dentro de otro creando una singular atmósfera.

La alberca en la sala comedor de la Casa Gilardi. Ciudad de México (L. Barragán, 1976. Fuente:Iluminet)


Por su parte C. Scarpa, arquitecto del detalle, en la conferencia pronunciada en Madrid en 1978 con el título “Mil cipreses” explicaba  “A mí me gusta mucho el agua, quizás porque soy veneciano…”  y en sus obras se aprecia su modelado como si fuese un ceramista o un escultor poniéndola en relación con su rica arquitectura.

En la reforma parcial y ajardinamiento del palacio sede de la Fundación Querini-Stampalia (1961-63) el eje longitudinal que atraviesa la sala de exposiciones pone en relación los dos espacios en los que el agua tiene protagonismo, il Portego de acceso en barca y el jardín posterior.

En el primero no introduce propiamente el agua, sino que inteligentemente permite su entrada en épocas de aqua alta, creándole un recorrido al separar las nuevas plataformas y peldaños de los muros del edificio.

La entrada a la Fundación Querini-Stampalia desde el Canal, Venecia (C. Scarpa. 1961-63) (Fotos: The rumbling y A.van Dieboet)

En el jardín, C. Scarpa despliega su geométrico lenguaje encadenando con un canal lineal un estanque de nenúfares, una pila en la que hace girar al agua, una pileta con un recorrido laberíntico y otros elementos, generando un sugerente recorrido visual y sonoro.

El agua en el jardín de la Fundación Querini-Stampalia, Venecia (C. Scarpa. 1961-63)

Bien diferente es su actitud en el Monumento a  la Partisana (1964-68). Aquí el arquitecto se apodera de un pedazo de la orilladle la Laguna de Venecia, haciendo que el agua recorra el laberinto que dejan entre sí las 83 piezas de piedra y hormigón sobre las que yace la escultura de A. Murer, que es periódicamente cubierta por las aguas.

Monumento a la Partisana. Venecia (C. Scarpa arqto y A, Murer escultor. 1964-68) (Fotos: T. Nemeskeri e Isever Venezia)

Por último, en el Complejo funerario para la familia Brion (1969-78) anexo al Cementerio de San Vito d´Altivole (Treviso) desarrolla, íntimamente ligado a una poética arquitectura de hormigón, un camino de agua evocador de la propia vida.

El agua pone en relación las tres piezas fundamentales del conjunto a través de un fragmentado canal que rodea y protege el Pabellón de Meditación y la Capilla, dejando el ámbito de la Tumba sin agua como expresión del poder de la muerte sobre a la vida.

Los estanques del Pabellón de Meditación y de la Capilla. Complejo funerario para la familia Brion. Treviso (C. Scarpa. 1969-78)

Arquitecturas todas ellas hechas para los sentidos, en las que se dibuja el recorrido del agua, dotándole de sonido y se modela su forma bajo la luz, que le incorpora los reflejos y el color.