Esta
situación ha propiciado diversas actitudes y planteamientos artísticos
que, partiendo de esa imagen tan visible, han incidido en la
idea de la calle como suma de fachadas.
Con
miradas y técnicas muy diferentes, las fotografías de Gregor Sailer (1980,
Schwaz, Tyrol. Austria) y de Zacharie Gaudrillot-Roy (1986, L´Arbresle, Rhöne. Francia) nos hablan de
ciudades hechas exclusivamente de fachadas.
En el primer caso buscando aquellas que así fueron concebidas, simulando ser lo que no eran, haciendo patente su condición de decorado.
En el segundo eliminando de las imágenes de la ciudad real aquello que le dota de una cierta verosimilitud, hasta reducirla a una extraña y surrealista caricatura de sí misma.
En el primer caso buscando aquellas que así fueron concebidas, simulando ser lo que no eran, haciendo patente su condición de decorado.
Carson City VI. Vargarda, Suecia (Fotografía : G. Sailer. 2016) |
Carson City VII. Vargarda, Suecia (Fotografía : G. Sailer. 2016) |
En el segundo eliminando de las imágenes de la ciudad real aquello que le dota de una cierta verosimilitud, hasta reducirla a una extraña y surrealista caricatura de sí misma.
En ambos casos, estas “nuevas” ciudades son falsos lugares, irreales, sin
presencia humana (¿Quién va a vivir en una ciudad sólo de fachadas?) y cobran una
presencia fantasmal, más allá de lo estrictamente teatral, en las que sólo parece moverse el aire que se cuela entre ellas y algunos desubicados espectadores.
Se
dice que cuando la emperatriz rusa Catalina II visitó a finales del siglo XVIII
los territorios de Crimea, su mariscal G. Potiomkin (o Potemkin) hizo levantar
falsas fachadas de aldeas y pueblos para que su majestad percibiese, desde
lejos, la bondad de su política en el
mundo rural. A partir de este momento, a este tipo de edificaciones o de imágenes se les conoce con el nombre de Pueblos Potemkin, y han seguido siendo “utilizadas” con el mismo
fin, la propaganda del poder, en diferentes países.
¡Qué casualidad que me tropecé ayer con esta anécdota sobre Potemkin en los diarios de Camus! Siempre tan interesantes las mañanas del lunes...
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