lunes, 18 de junio de 2018

Pisando fuerte _________________________________________

¿Cuántas veces nos fijamos en los pavimentos de nuestras calles y nuestras ciudades? En general pocas. 

Su humilde condición, la de ser pisados, no se puede comparar con la nobleza de los muros exteriores de los edificios -sus fachadas-, o de las paredes interiores, en las que colgamos cuadros, estanterías, espejos, apoyamos muebles, etc.

Por ello resulta especialmente significativa la obra de los arquitectos vinculados a la modernidad de mediados del siglo XX que han intervenido, por diversos motivos y con diferentes actitudes, con claridad y potencia sobre el suelo que pisamos.

Es el caso de Giovanni (Gio)Ponti (Milán. 1891-1979) y Roberto Burle Marx (Saô Paulo. 1909-Río de Janeiro. 1994).

Gio Ponti, arquitecto, diseñador y fundador de la revista “Domus” recibe en 1960 el encargo de proyectar el Hotel Parco dei Principi (Sorrento. Nápoles) y en el que actúa diseñando, incluso, gran parte del mobiliario.

Fotomontaje con motivo de la exposición L´infinito blu (Triennale de Milano. 2017)
Precisamente el tratamiento de los diversos pavimentos interiores será uno de los aspectos más importantes de su trabajo. Con la voluntad de dotar de una cierta singularidad a cada espacio, dentro de un lenguaje común, Ponti dibuja los suelos de todos los espacios. El diseño de los motivos geométricos servirá para la realización de las tramas con las que “alfombra” las habitaciones y salones, llegando a utilizar a modo de collage diversos modelos entremezclados.

Vestíbulo del Hotel Parco dei Principi (1960. Sorrento. Nápoles) y composición con diversas piezas.
Con geometrías sencillas, fundamentalmente círculos y triángulos dentro del cuadrado, con una limitadísima gama de colores, blanco y dos tonos de azul (cielo azurro, mare azurro …) y con la colaboración de la fábrica de cerámica D´Agostino, genera un pequeño mundo de despieces diferentes que se van fundiendo unos con otros por la continuidad de los motivos y colores básicos, saltando en determinadas ocasiones a los paramentos verticales.

Interior y terrazas de dos habitaciones
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A finales de los años 60, el gobernador del entonces Estado de Guanabara, convoca a Burle Marx, artista plástico, naturalista, y autor de numerosos trabajos paisajísticos y de jardinería urbana, para realizar el Proyecto de “Alargamento da Avenida Atlântica”, conocido como el Paseo de Copacabana (Río de Janeiro), colaborando los arquitectos H. Ono y J. Tabacow, miembros de su estudio.

Roberto Burle Marx en su estudio.
En el espacio longitudinal que bordea la playa de Copacabana, Burle Marx hace uso de su lenguaje característico basado tanto en las formas orgánicas de la naturaleza que le es tan próxima como en la obra abstracta de Arp, Calder, etc.

Vista general y detalle de los pavimentos del Paseo de Copacabana (década 1960. Río de Janeiro)
En las  aceras más próximas a la edificación dibuja uba serie de curvas que absorben trazos rectilíneos, que se combinan con el diseño ondulante que se repite sucesivamente a lo largo del paseo en contacto con la playa.

El resultado seduce por el radical empleo del color de los adoquines de piedra caliza, roja, blanca y negra colocados por calceteiros a la portuguesa, que conforman esas densas tramas, la mezcla de trazas que dibujan sus diversas y variadas formas, diluyendo la presencia del mobiliario urbano y hacen de este paseo un verdadero y potente “Paseo pictórico” de geometrías, texturas y colores.

Detalles de pavimentos. Paseo de Copacabana (Río de Janeiro)

Si Gio Ponti actúa en el interior de un edificio, Burle Marx lo hace sobre el espacio público al aire libre, si el promotor de la primera intervención es privado, en el segundo el cliente es un ente público, si uno trabaja sobre la relación de pequeños recintos, los dormitorios y salones de un hotel, el otro lo hace a partir de la continuidad de un dilatado espacio alargado.

Pero en ambos casos la proximidad del mar, de la playa, sea el sereno Mediterráneo o el potente Atlántico, con la distancia física y paisajística que les separa, es respondida instintivamente con un espíritu común, epicúreo y lúdico.

El pavimento ya no es sólo el suelo que pisamos, es sobre todo un nuevo paisaje puesto a nuestros pies.

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