Su humilde condición, la de ser pisados, no se puede comparar
con la nobleza de los muros exteriores de los edificios -sus fachadas-, o de las paredes
interiores, en las que colgamos cuadros, estanterías, espejos, apoyamos
muebles, etc.
Por ello resulta especialmente significativa la obra de los
arquitectos vinculados a la modernidad de mediados del siglo XX que han intervenido, por diversos motivos y con diferentes
actitudes, con claridad y potencia sobre el suelo que pisamos.
Es el caso de Giovanni (Gio)Ponti
(Milán. 1891-1979) y Roberto Burle Marx (Saô Paulo. 1909-Río de Janeiro. 1994).
Fotomontaje con motivo de la exposición L´infinito blu (Triennale de Milano. 2017) |
Vestíbulo del Hotel Parco dei Principi (1960. Sorrento. Nápoles) y composición con diversas piezas. |
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A finales de los años 60, el gobernador del entonces Estado de Guanabara, convoca a Burle Marx, artista plástico, naturalista, y
autor de numerosos trabajos paisajísticos y de jardinería urbana, para realizar
el Proyecto de “Alargamento da Avenida
Atlântica”, conocido como el Paseo de Copacabana (Río de Janeiro), colaborando los arquitectos H. Ono y J. Tabacow, miembros de su estudio.
En el espacio longitudinal que bordea la playa de
Copacabana, Burle Marx hace uso de su
lenguaje característico basado tanto en las formas orgánicas de la naturaleza que le es tan próxima como en la obra abstracta de Arp, Calder,
etc.
En las aceras más próximas a la edificación dibuja uba serie de curvas que absorben trazos rectilíneos, que se combinan con el diseño ondulante que se repite
sucesivamente a lo largo del paseo en contacto con la playa.
El resultado seduce por el radical empleo del color de los adoquines de piedra caliza, roja, blanca y negra colocados por calceteiros a la portuguesa, que conforman esas densas tramas, la mezcla de trazas que dibujan sus diversas y variadas formas, diluyendo la presencia del mobiliario urbano y hacen de este paseo un verdadero y potente “Paseo pictórico” de geometrías, texturas y colores.
Si Gio Ponti actúa en el interior de un edificio, Burle Marx lo hace sobre el espacio público al aire libre, si el promotor de la primera intervención es privado, en el segundo el cliente es un ente público, si uno trabaja sobre la relación de pequeños recintos, los dormitorios y salones de un hotel, el otro lo hace a partir de la continuidad de un dilatado espacio alargado.
Roberto Burle Marx en su estudio. |
Vista general y detalle de los pavimentos del Paseo de Copacabana (década 1960. Río de Janeiro) |
El resultado seduce por el radical empleo del color de los adoquines de piedra caliza, roja, blanca y negra colocados por calceteiros a la portuguesa, que conforman esas densas tramas, la mezcla de trazas que dibujan sus diversas y variadas formas, diluyendo la presencia del mobiliario urbano y hacen de este paseo un verdadero y potente “Paseo pictórico” de geometrías, texturas y colores.
Detalles de pavimentos. Paseo de Copacabana (Río de Janeiro) |
Si Gio Ponti actúa en el interior de un edificio, Burle Marx lo hace sobre el espacio público al aire libre, si el promotor de la primera intervención es privado, en el segundo el cliente es un ente público, si uno trabaja sobre la relación de pequeños recintos, los dormitorios y salones de un hotel, el otro lo hace a partir de la continuidad de un dilatado espacio alargado.
Pero en ambos casos la proximidad del mar, de la playa, sea
el sereno Mediterráneo o el potente Atlántico, con la distancia física y
paisajística que les separa, es respondida instintivamente con un espíritu
común, epicúreo y lúdico.
El pavimento ya no es sólo el suelo que pisamos, es sobre
todo un nuevo paisaje puesto a nuestros pies.
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