lunes, 25 de marzo de 2019

Pequeñas reformas de fachadas ________________________________________________________

La semana pasada La ciudad visitada no acudió a su cita semanal. Problemas técnicos de su autor lo impidieron. Lo siento y os pido disculpas.
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En una ciudad hay tantas fachadas como edificios. Y seguro que en más de una ocasión nos hemos preguntado el porqué de su composición, de la disposición de sus huecos o de la presencia de ciertos elementos ornamentales o constructivos.

Por ello llaman la atención aquellos edificios en los que además se manifiestan, generalmente fruto de extrañas reformas, situaciones casi absurdas como las que muestran las fotografías de hace unos años de un edificio en Palma de Mallorca y otro en Logroño.

Palma de Mallorca. (Foto: J. M. L.)
¿Qué motivó al instalador que colocó la bajante de las aguas del tejado para pasarla por la mitad de las ventanas de fachada?, ¿Por qué no desplazarla al paño macizo de aquella?. Así para poder abrir hacia afuera las contraventanas “mallorquinas”, la bajante hace un doble quiebro, produciendo un absurdo sobre otro absurdo.

Y de tanto abrir y cerrar las contraventanas en una de estas le pega a la bajante, y ... problema resuelto. El agua de lluvia que discurre por la bajante aparece como un “chorro” delante de la ventana para ¿volver a meterse en la misma?.

En mi última visita a la ciudad comprobé, no sin cierta nostalgia por su imagen anterior, que el entuerto se había resuelto de  la manera  más  habitual.


Logroño. Foto: (J. M. L.)
En el segundo edificio, ¿qué pensaba quien anuló la puerta balconera dejando el balcón sin acceso, flotando en la fachada? Seguramente tendría sus razones, quizás la presencia del balcón le molestaba para apoyar un mueble.

Eso sí, no debió ser un problema aislado, porque no sólo lo hizo un vecino, y su solución “marcó  tendencia” en el edificio y de paso el hueco de al lado que también era un balcón sin vuelo se convirtió en una ventana.

En el caso de Logroño, la fachada no ha  sufrido en los últimos años más cambio que el del color de la pintura, y los balcones “imposibles” siguen esperando que alguien se asome a ellos.


¡Qué cosas tiene esto del uso (y abuso) de la arquitectura! 

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