martes, 5 de marzo de 2019

La ciudad herida ________________________________________________________


Podría parecer una frivolidad hablar de “la ciudad herida”, refiriéndome a tantas y tan frecuentes  imágenes de su destrucción bélica. 

Al mismo tiempo los medios de comunicación nos ilustran cómo la barbarie humana, al servicio de reconocidos intereses económicos, geoestratégicos o tribales, va dejando una estela cada vez mayor de víctimas en los eufemísticamente llamados “conflictos locales”.

Pero día tras día vemos las imágenes del espacio construido, o mejor dicho destruido, fruto de tal barbarie, los efectos de las guerras sobre las ciudades. 

Imágenes recientes, pero no tanto. 

Imágenes similares, ahora en color, a las que ya se hicieron hace más de cincuenta años, y hace un siglo, o que se describieron en libros, cuadros y grabados en épocas anteriores. 
 
Ciudades bombardeadas, ametralladas, destruidas, que asemejan un escenario post-apocalíptico, en el que sus elementos, los edificios, lo que queda de ellos, parecen desafiar las leyes estructurales y en el que domina la ausencia de sus habitantes, escondidos, huidos o muertos, con la excepción de los soldados.

Ypres. Francia. (1915)

La fotografía de la ciudad alemana de Dresde, bombardeada por la aviación inglesa en 1945, es un dramático ejemplo de ello, como  tantas otras de uno y otro bando. Sólo que en el caso de aquella, una escultura, que paradójicamente representaba a Die Gute, “La Bondad”, (August Schreitmüller. 1908) parece contemplar desde lo alto del Ayuntamiento la escena.

Dresde. Alemania (1945. Foto: Richard Peter)

Setenta años después, en otra fotografia , ésta de  la ciudad siria de Kobane, un combatiente del grupo Estado Islámico o de las milicias kurdas YPG o de la coalición liderada en ese momento por los EE. UU., observa-vigila la ciudad en ruinas desde la azotea de un edificio.

Kobane. Siria (2014. Foto: AFP-Bulent Kilic)
Seguramente, al igual que ocurrió en Dresde, llegará un día en que la Kobane malherida dé paso a una nueva Kobane. Seguramente, los que invirtieron su dinero en destruirla, u otros parecidos, lo volverán a poner (nuevamente con pingües beneficios) para reconstruirla y dotarla de vida.

Puede que esto forme parte de la historia de la ciudad, pero cuesta creer que la palabra “civilización” (la nuestra, la de ellos) tenga su origen y razón de ser en aquella otra que algunos, cada cierto tiempo, se empeñan en destruir, “ciudad”.


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