De siempre la arquitectura, sus muros, han sido un soporte
natural para el mensaje de quienes los construyeron y quisieron transmitirnos
su autoría, económica, intelectual y material, o la razón de ser de lo
edificado, su función o significado.
El deseo de permanencia ha sido constante a lo largo de la
historia, utilizando el nombre del edificio como seña de identidad del mismo. Y
así arquitectos y diseñadores prolongaron su tarea con la presencia de rótulos utilizados
como un elemento más de expresión formal.
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Edificio Praha Pojistovna. Praga (1908. Foto: J. M. León) y Escuela Bauhaus. Dessau (W. Gropius. 1926. Fuete: axis) |
El cambio de paradigma producido después de la 1ª Guerra Mundial
con el advenimiento de las vanguardias
artísticas y una clara preocupación por la comunicación social, publicitaria o
ideológica, produjo singulares ejemplos que acompañaron a las nuevas
arquitecturas de comienzos del siglo XX a través de concursos y exposiciones.
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Concurso periódico Pravda. Leningrado (A. y L. Vesnin. 1924) y Pabellón Expo Suomen Messut. Turku (A. Aalto. 1929) |
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Torre de anuncios Expo Estocolmo (S. Lewerwntz. 1930) y Mostra della Revoluzione Fascista. Roma (D. Alfieri. 1932) |
Una
diferente concepción de los lugares de ocio y el desarrollo de nuevos medios de
comunicación social como el cine, constituyeron un magnífico campo de expresión
arquitectónica integrando rótulos, colores y la iluminación artificial que los
convertía en auténticos faros de las noches urbanas.
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Café De Unie. Roterdam (J. J. P. Oud. 1925) y Cine Handelsblad. Amsterdam (J. Duiker. 1934) |
Singular
es el caso del diseñador y artista Fortunato Depero (1892-1960) que acuñó en
los años 30, la expresión Architettura
pubblicitaria para designar sus propuestas de
pabellones construidos literalmente, y nunca mejor dicho, con tipografías que
aludían al carácter de su contenido, siendo sus diseños a la vez edificio y
rótulo.
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Pabellón del Libro. Bienal Artes Decorativas. Monza (F. Depero. 1927) y Stand Campari (F. Depero. 1933) |
Cuarenta años después los arquitectos R. Venturi y D. Scott
Brown plasman su idea de “aprender de lo cotidiano y de lo extraordinario” en
una serie de proyectos en los que, con un lenguaje arquitectónico que se
identifica con la estética “pop”, el
nombre de lo proyectado cobra especial importancia.
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Showroom BASCO. Filadelfia (R. Venturi y D. Scott-Brawn. 1976) |
Los centros comerciales norteamericanos con sus planas
fachadas constituirán el nuevo campo de
experimentación en el que formalización arquitectónica y tipografía se crucen.
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Almacén BEST. Richmond (SITE. 1978) y Centro Comercial Santa Monica Place (F. Gehry. 1979-81) |
Rafael Moneo, que ya había expresado su reconocimiento del
valor de la tipografía en edificios como la reforma de los almacenes Gallego en
Tudela y Calatayud (1968), el Museo de Arte Romano en Mérida (1980-86) o las
oficinas de la Previsión Española en Sevilla (1982-88), realiza en el frontal
del Banco de España en Jaén (1983-88) un elegante ejercicio gráfico acompañando
la sobriedad de aquel.
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Banco de España. Jaén (R. Moneo. 1983-88) |
En los 90 nuevos aires
llegan de la mano del estudio holandés Neutelings & Riedjik. La gráfica
supera sus límites tradicionales; el rótulo del edificio Minnaert de la Univesidad de Utrech pasa de ser una referencia
semántica a presentarse también como “soporte”de la edificación, mientras en la
imprenta Drukkerij Veenman, la colaboración de los citados arquitectos con el
artista Karel Martens fructificó en la trama que recorre sus muros reproduciendo un poema del escritor K. Schippers.
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Edificio Minnaert. Universidad Utrech (Neutelings& Riedjik. 1997) e Imprenta D. Veeman. Ede (N&R y K. Martens. 1997) |
La idea de la tipografía como un texto contínuo de ligeros trazos es aplicada por Herzog y de Meuron en la ondulante fachada de vidrio impreso de la Biblioteca de Cottbus (Alemania) mientras el estudio Tétrarc Architects crea una celosía de chapa metálica recortada que tamiza los huecos de la Mediateca de Fougères (Francia), haciendo de la caligrafía su seña de identidad.
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Biblioteca. Cottibus (Herzog & De Meuron. 2004) y Mediateca. Fougeres (Tétrarc Architects. 2008) |
Una actitud proyectual e icónica
basada en la alteración del carácter del rótulo que tuvo un especial momento
cuando para colocar el destinado al Museo de Bellas Artes de Castellón, obra de
E. Tuñón y L. Moreno Mansilla, los camiones que trasladaron por carretera las
letras de hormigón prefabricado componían poéticamente la palabra Museo.
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Museo de Bellas Artes. Castellón (Mansilla+Tuñón. 1996-2000. Foto: L. Asín) |
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En camino (Foto: L. Asín. 1999) |
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ResponderEliminarCríptico comentario que seguro que tiene su razón de ser. Gracia Unknown por tu compañía
EliminarNo comento porque aunque me gusta no puedo añadir nada.
ResponderEliminarEsfuérzate, que seguro que puedes. Muchas gracias Maite S.
ResponderEliminarQUE PASA QUERIDO AMIGO? , YO NO HABLO INGLES
ResponderEliminarPor si acaso, lo intento. Me encanta ver como los,arquitectosjuegan con las grafias y sus significados logrando bellos maridajes y fusiones
EliminarPublicidad, marketing, la sociedad de consumo aprovecha cualquier medio para extender sus tentáculos. Menos mal que la arquitectura, haciendo de necesidad virtud, la incorpora de forma artística creando una nueva y sujerente estética. Lo que no mata engorda.
ResponderEliminarGracias Pablo
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