Un recinto, según la Real Academia Española es un “espacio,
generalmente cerrado, comprendido dentro de unos límites”.
A lo largo de la historia el ser humano se ha movido, literalmente, entre
el deseo de libertad y la necesidad de protección, entre la amplitud de la
naturaleza y los límites del refugio.
Si bien a lo construido se le confiere la capacidad de crear y definir los
ámbitos arquitectónicos, la idea del recinto ha cobrado nuevos significados desde
la mirada de determinados artistas, oponiendo la “debilidad” de la línea a la “solidez”
de lo edificado.
Memento (Laura Dhondt. 2012. Fuente: foam) |
A comienzos
de los años 60 del siglo pasado el artista informalista Alberto Greco (1931-65)
desarrolló su personal obra vivo dito (dedo
vivo), “encerrando” a diversos paseantes en círculos de tiza que dibujaba en la
calle para significar su valor artístico. A finales de esa misma década Franz
E. Walther trabaja sobre la idea de la ocupación espacial, fruto de la relación
y tensión corporal.
Ambos artistas estaban hablando de otros recintos muy poco materiales.
Vito dito (Alberto Greco. 1962) y Action pieces (F. E. Walther. 1960s.) |
En el pasado cambio de siglo Massimo Uberti configura, utilizando como herramientas físicas y artísticas unas líneas de luz, estrictos ámbitos autónomos respecto al lugar donde se exponen, mientras años más tarde Ron Gilad modifica el espacio con minimalistas líneas que parecen dibujadas en el aire.
Stanza silente (Massico Uberti. 2001) y Facade nº 10 (Ron Gilad. 2013) |
En 2012 el fotógrafo y escultor Cayetano Ferrández presenta su distópico
proyecto “El hombre gris". Una de sus
obras supone una vuelta de tuerca a la idea de la materialización del recinto a
partir de una realidad ficticia, de manera similar a como lo haría poco después
John Dykstra con Penalty box (“Área
de castigo”. 2016).
"El hombre gris" (C. Ferrández. 2012) y Penalty box. "Área de castigo" (J. Dykstra. 2016) |
Stupid borders (R. Martín de Lucas. 2015-17) |
Pero seguramente de estas cuestiones nos hablaba ya la fotografía “Tomelloso. Ciudad Real” en la que Ramón Massats (Premio Nacional de Fotografía 2004), captó en 1960 a una mujer pintando la línea que separa su casa (refugio) de la calle (tierra de todos y de nadie) como si el recinto se definiese más por el negro trazo que la recorre que por la sólida construcción encalada.
"Tomelloso, Ciudad Real" (Ramón Masats. 1960) |
Es algo atávico, algunos animales marcan "su" territorio. Unos levantan muros olfativos, meando,otros tenemos que dibujar, cementar, pintar... ( más trabajo qué duda cabe. Mejores resultados?)
ResponderEliminarQué bonito comentario! Gracias Maite S.
EliminarLos recintos más opresivos son los que levanta nuestro entendimiento. Los recintos materiales que creamos solo deberían ser herramientas para preservar la intimidad que nos da la libertad de decidir cuándo y cómo salir de este para vivir lo publico, lo comun. La realidad es que muchas veces levantamos muros para encerrarnos en nuestras obsesiones y manifestar lo que nos diferencia de los demás y no lo que nos une. Nunca esos recintos serán la arquitectura que admiro. Muy interesante asunto el que tan bien expones Josemi.
ResponderEliminarGracias Pablo. "La ciudad visitada" no sería lo mismo sin tus acertados comentarios.
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