lunes, 2 de marzo de 2020

El reconocimiento de lo inacabado: P. Mendes da Rocha



Las obras del Liceo de Artes y Oficios en Saô Paulo nunca llegaron a terminarse. Aún así, a finales del siglo XIX fue ocupado parcialmente por profesores y alumnos y pocos años después se ubicó en su interior la Pinacoteca Nacional, pasando su uso por diversas vicisitudes a lo largo de las décadas de los años 30 y 40 del pasado siglo (incendio, conversión provisional en cuartel, etc.).

La intervención de Paulo Mendes da Rocha, en colaboración con W. Ricoy Torres y E. Colonelli, para su adecuación en Pinacoteca del Estado finalizó hace más de 20 años, y su planteamiento de actuar con contemporaneidad sobre lo inacabado sigue siendo tan nítido como válido. 

Sin duda la potencia plástica de sus potentes muros de ladrillo sin revestir atrapó la mirada de los arquitectos, que entendieron perfectamente que en su materialidad constructiva el edificio había alcanzado ya una configuración, no buscada u oculta inicialmente.

Pinacoteca del Estado de Saô Paulo. Fachada a la Praça da Luz con el nuevo acceso.  

En opinión de P. Mendes da Rocha la intervención ya estaba implícita en lo edificado, como tantas otras posibilidades que seguramente subyacen en el mismo, y no había más que darle la oportunidad de manifestarse.

Las nuevas decisiones son tan potentes como lo era -es- el edificio del antiguo Liceo y están conceptualmente a su escala. 

Una de las más importantes fue el giro de 90 º que se dio al acceso sobre el eje previsto, enfrentándolo a la Praça da Luz. Con ello se generó una circulación más longitudinal que mejoró el uso del edificio y, especialmente, una secuencia más atractiva de los espacios expositivos.

Planta y sección de la Pinacoteca con los patios laterales y el cuerpo central cubiertos por lucernarios.

Otra consistió en la cubrición los dos grandes patios interiores, a los que se incorporaron unas ligeras pasarelas metálicas para atravesarlos, y la del espacio central octogonal, inicialmente proyectado con una cúpula, con lucernarios planos que permiten disfrutar de un cierto equívoco exterior-interior.

Los antiguos patios cubiertos y sus pasarelas. (Fotos: L. Finotti y S. Crespo)
El cuerpo central inacabado cubierto. (Foto: L. Finotti)

El austero carácter de las soluciones, la economía de medios y sus limpias ejecuciones técnicas no generan una competencia con lo existente, en todo caso se potencian mutuamente. 

Especialmente interesante es la decisión de retirar las carpinterías que cerraban los patios y el espacio central, permitiendo disfrutar de un espacio entre continuo y tamizado por las columnas y el propio espesor de los muros de ladrillo.

Hacia el cuerpo central desde Planta segunda y Detalle huecos. (Fotos: N. Kon)

Si construir un edificio es recorrer un camino, parafraseando a P. Mendes da Rocha, su intervención sobre el edifico inacabado del antiguo Liceo sería “… recorrer de nuevo el camino (lo que) no significa que pisemos las mismas piedras”.

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