Quien visite el templo de Karnak en Egipto y dirija con
atención la mirada hacia lo alto podrá descubrir los restos que quedan de las
celosías de piedra e imaginar ese espacio con la luz cenital tamizada.
Se trata de una solución ampliamente utilizada en el mundo
árabe y la India, desde la arquitectura popular hasta la más sofisticada.
No fue así en la arquitectura occidental, con la excepción
en el arte visigótico y prerrománico asturiano y en aquellos edificios que
hacían de la privacidad casi su razón de ser, los conventos por ejemplo, o en
otros vinculados al uso doméstico en los que es evidente la influencia árabe de
las “mashrabiyas” y que se desarrolló en la arquitectura colonial.
La celosía, por naturaleza es una solución propia de lugares
sometidos a gran radiación solar, de la que protege, asegurando además una
ventilación permanente.
Una solución que crea espacios de intimidad, donde la
actividad se desarrolla ajena a la mirada ajena.
Una solución que se recrea sobre sí misma,
redibujando la tupida trama que la configura.
La celosía es como una piel porosa que se caracteriza por la
densidad, geometría y repetición de su dibujo y que configura una sutil
separación entre el exterior y el interior.
La arquitectura vanguardista de las primeras décadas del
siglo XX, con algunas excepciones, rechazó la solución de la
celosía, que fue recuperada por la modernidad, especialmente en Latinoamérica en los 50 con el empleo de piezas
cerámicas y bloques de hormigón.
Edificio de viv. Eiffel. Saô Paulo (O. Niemeyer. 1953-56) y Universidad Central. Caracas (C: R. Villanueva. 1954) |
Su carácter abstracto le ha permitido integrarse plástica y
funcionalmente en la arquitectura contemporánea, a la par que el desarrollo de
la tecnología, sin renunciar al empleo de materiales tradicionales, y la utilización de nuevos lenguajes arquitectónicos han dado
lugar a potentes y sutiles edificios.
En unos construyendo una fachada de curiosos objetivos que se abren y
se cierran.
En otros apilando piedras que
en su irregularidad filtran la luz y dejan pasar el aire.
A veces envolviendo con una piel continua todo el edificio.
The Lantern. Hanoi (VTN architects + Takashi Niwa. 2016. Fotos: H. Oki y T. Chien) |
Siempre creando sugerentes atmósferas.
Interiores del Centro Cultural en Cuernavaca. México (F. Escobedo.A 2010. Foto: F. Gamo) y Casa Cobogó. Saô Paulo (M. Kogan. 2011. Foto: N. Kon) |
Fantástica reflexión
ResponderEliminarFantástica reflexión
ResponderEliminarGracias Manuel por tus palabras y tu compañía. Obviamente el tema tiene más enjundia, pero sirva lo escrito como lo que es, una "entrada" al mismo.
ResponderEliminarTamizar la luz... allí donde la hay claro. Pero esas "soluciones" de -celosiaocultatendedero- siempre me han parecido una aberración; más en el norte claro. Filtrar es un arte y como tal no al alcance de utilidades por decreto.
ResponderEliminarMaite S.
Por eso se dan en el sur y en los trópicos, no en el norte Mayte S.
EliminarMuy bonita explicación JoseMi
ResponderEliminarGracias Miguel Ángel. Siempre es más fácil y atractivo escribir-describir lo bien resuelto.
EliminarQue bellas las celosías misteriosas, cubriendo con sutileza notables edificios, encajes de piedra,q adornan y filtran sabiamente la luz solar...Tanta belleza por redescubrir y tanta para contemplar gracias a tí, amigo
ResponderEliminarPoco, nada, puedo añadir a tu comentario. Gracias a tí, Pilar, por visitar la "La ciudad visitada"
ResponderEliminarAunque aquí en el Norte de Europa, imagino que no tiene sentido "tamizar" la escasa luz que nos llega, me encanta que se pueda jugar así con la luz en una estancia. Gracias por tus post siempre didácticos Josemi.
ResponderEliminarGracias Alex por tus palabras. Sentí que no nos pudiésemos ver cuando pasásteis por aquí.
ResponderEliminarTras mi viaje teledirigido a Egipto, cogí afición a los documentales sobre esa tierra, y en algunos lugares (los que el turismo nacional permite), despues de ver los mencionados documentales, suelo reprocharme no haberme enterado de lo que estaba viendo. Bueno, pues con las celosias, me ha vuelto a ocurrir. Gracias Josemi. Nunca es tarde si la dicha es buena.
ResponderEliminarGracias a tí Covier por tu compañía. Viajar es una actitud mental. Pero es mejor si la complementas con el desplazamiento a los sitios porque hay que tocar las cosas olerlas, paladearlas. Y sin duda a la vuelta a casa sigues viajando.
ResponderEliminar