Acostumbrados a pensar que siempre está ahí, y que sigue siendo
más o menos igual que el día anterior, ignoramos frecuentemente el gran teatro
que es “la ciudad”.
Y así no nos damos cuenta de lo que constantemente pasa a nuestro
alrededor, de cómo no sólo sus habitantes, nosotros, entramos y salimos de la
escena; tampoco de qué manera los decorados van variando, algunas veces
drásticamente, en general poco a poco, pero siempre asombrando por lo diferente a lo que uno podía imaginar.
Sobre todo por descubrir que las cosas que acontecen en nuestro deambular son menos "causales" y más "casuales" de lo que pensamos. En muchos
casos se deben al azar que nos ha colocado, o las ha colocado, en el sitio en el que se posa nuestra mirada, más que fruto de un propósito pensado por no se sabe quien.
Seguro que quien aparcó su vehículo no repararía en un primer momento que lo hacía delante de un local de “Pinturas y
Decoración”, en cuya fachada un enorme bote de pintura parece derramar su
contenido sobre el coche.
Ni tampoco quien, no teniendo un hogar para vivir, se puso a dormir
delante del escaparate de una conocida franquicia comercial de “cosas” para el
hogar, como la cama que exhibe en el escaparate.
Barcelona (Fuente: El País) |
O si no ¿cómo entender que al ir a fotografiar la “curiosa”
fachada del edificio de servicios de una urbanización, recientemente ilustrada
con una ingenua perspectiva, se levantase del banco más próximo el joven que
estaba sentado, al que no conocía de nada, y se pusiese a andar delante de la
cámara como si quisiese alcanzar el infinito?
Laredo. Cantabria (Foto: J. M. León) |
La ciudad del azar, siempre tan agradecida a la mirada.
Te encontré, saludos Carmen
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