La ciudad que representa
el pintor Edward Hopper (1882-1967) en muchas de sus obras a lo largo de cuatro
décadas del siglo pasado, está hecha de fragmentos de silenciosos edificios y
de interiores en los que apenas palpita la vida urbana.
Los primeros, viviendas, almacenes o instalaciones ferroviarias se hacen presentes en desolados espacios urbanos, mientras en los segundos, impersonales habitaciones de hoteles o cafeterías, recalan solitarios personajes.
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Approaching a city. "Entrando en la ciudad". E. Hopper.1946 |
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Nightawaks. E. Hopper. 1942 |
Con unos
puntos de vista, claramente cinematográficos y un tratamiento fuertemente
contrastado de la luz diurna o nocturna, el artista construye
su particular imagen de la ciudad americana, pionera de lo que posteriormente se denominará literariamente “nuevo realismo" o "realismo social", que al
acelerado movimiento y optimistas brillos con los que tradicionalmente se le ha
identificado.
Una ciudad captada
tanto desde lo alto de un edificio como a través de ventanas y cristaleras por
las que también parecen mirar sus ensimismados usuarios.
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The City. "La Ciudad". E. Hopper. 1927 |
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Sunlight in Cafeteria, E. Hopper. 1958 |
Una ciudad descompuesta
con precisión geométrica en asépticas escenas urbanas, azoteas cubiertas de chimeneas y claraboyas, fragmentos de fachadas de huecos rítmicamente distribuidos, etc. hasta adentrarse en austeros espacios interiores
en los que los planos y la luz cobran tanta o más importancia que las personas
que los ocupan.
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The Circle Theatre, E, Hopper, 1936 |
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City Roofs. E. Hopper. 1932 |
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Early Sunday Morning. "Temprano el domingo por la mañana d" E. Hopper. 1930 |
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Morning Sun. "Sol de la mañana". E. Hopper. 1952 |
Una ciudad, en
fin, que en su soledad y silencio sugiere
el comienzo de tantas historias como curiosos observadores nos
acercamos a ella.
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