lunes, 30 de agosto de 2021

Los "cascarones" de Félix Candela

Acostumbrados a que nuestros edificios y  habitaciones sean prismáticos no deja de sorprendernos el encontrarnos con construcciones de generatriz curvilínea.

El arquitecto Félix Candela (1910-1997), español de nacimiento y juventud, mejicano de madurez, fruto del exilio forzoso de quien había combatido a favor de la República, y estadounidense en las últimas décadas de su vida, forma parte de ese singular grupo de ingenieros y arquitectos que han sabido “fundir” literalmente arquitectura y estructura.

Su prolífica actividad en Méjico, sólo o en colaboración con otros arquitectos, se desarrolló fundamentalmente en edificios que por su técnica constructiva y expresión formal se les conocía popularmente como “los cascarones de hormigón”.

Generados a partir de una geometría en apariencia compleja, pero conceptualmente sencilla, el paraboloide hiperbólico, al que bautizó con el nombre de “hypar” (acrónimo de hyperbolic y de paraboloid), es una superficie doblemente reglada construida por líneas rectas en dos sentidos y cuyo resultado es totalmente curvilíneo.

Taller de prácticas en madera. Valparaíso  (Fuente: Taller de materialidad UTFSM 2015)

El material idóneo para la ejecución de sus obras fue el hormigón armado por la continuidad y fluidez del mismo, permitiéndole resolver edificios de muy diferentes usos y tamaños.

En 1951 construye el primer edificio con este sistema, el Pabellón de Rayos Cósmicos de la Universidad Autónoma de Méjico, en colaboración con J. González Reina, consiguiendo con un menor espesor una mayor resistencia.

Pabellón de Rayos Cósmicos UNAM. Ciudad Universitaria. Ciudad de Méjico (F. Candela, J. González. 1951. Foto: A: Mallol)

A él le siguieron numerosos y variados encargos en los que creó y desarrolló un lenguaje arquitectónico propio fácilmente identificable.

Entre los proyectos realizados hay templos de diáfanos espacios como la esbelta Capilla de Santa Teresita del Niño Jesús (Guadalupe. 1958) o las de San José Obrero (Monterrey. 1959) y San Vicente Paúl (Coyoacán. 1962) ambas de similares características. La Capilla de Palmira en Lomas de Cuernavaca (1959) destaca por su ubicación y configuración, con su “cascarón” totalmente abierto al paisaje.

Iglesia de San José Obrero. Monterrey (F, Candela, E. de la Mora, F. González. 1959)

Capilla de Palmira. Lomas de Cuernavaca (F. Candela, G. Rosell, M. Larrosa. 1959)

Pero también fábricas como la Planta embotelladora de Bacardí (1958) en Méjico, en la que aligera la cubierta y sus apoyos todavía más, introduciendo unos cortes acristalados entre las bóvedas paraboloides y el Pabellón de visitantes (1960)  para la misma empresa en San Juan (Puerto Rico) que parece estar suspendido del cielo. 

Planta embotelladora Bacardí. Cuatitlán (F. Candela. L. Torres ing. 1958-60)

Pabellón de visitantes Bacardí. San Juan. Puerto Rico (F. Candela. 1960)

O las construidas para Celestino Fernández (Méjico. 1955) y la High Life (Coyoacán. México DF. 1955), resueltas ambas con una retícula de elementos tipo “paraguas invertido”, paraboloides con un pilar central.

Interiores de las fábricas Celestino Fernández. Ciudad de Méjico (1955) y High Life. Coyoacán. Ciudad de Méjico (1955  Foto: E. Lang)

Sistema que emplea también en el novedoso diseño de las airosas marquesinas exentas de una gasolinera.

 Gasolinera en Arlington (F. Candela. 1961. Foto: W. Albarado)

Diseña restaurantes y clubs que parecen geométricas conchas delicadamente apoyadas en el suelo.

Restaurante Los Manantiales. Xochimilco. Ciudad de Méjico (F. Candela. 1957)

Incluso la vivienda para el arquitecto Hector Alonso Rebaque con el que colabora en el diseño de la vivienda del primero, creando una singular zona de estar que se contrapone al prisma de dormitorios y otras dependencias.

Casa Rebaque. Ciudad de Méjico (F. Candela, H. A. Rebaque. 1962)

Pero si sorprendentes por su ligereza son sus volúmenes, no lo son menos sus interiores.

En la Iglesia de la Medalla de la Virgen Milagrosa  hace gala de un potente expresionismo estructural, que responde a la tipología del templo, casi gótica, con una nave principal y otras dos laterales más pequeñas separadas por pilares, además de un cuerpo anexo, mientras en otras obras citadas o en el Mercado de Coyoacán emplea la repetición del módulo sostenido por un pilar central.

Interiores de la Iglesia de la Medalla de la Virgen Milagrosa. Ciudad de Méjico (1955) y del Mercado de Coyoacán (1955)

Los espacios resultantes del uso de los paraboloides hiperbólicos sin apoyos intermedios, gozarán de una diafaneidad en la que parece se puede apreciar el escaso espesor de sus bóvedas. 

Restaurante Los Manantiales. Xochimilco. Ciudad de Méjico (F. Candela. 1957)

Planta embotelladora Bacardí. Cuatitlán (F. Candela. L. Torres ing. 1958-60)

El proceso de construcción definido por la propia configuración geométrica de los edificios encierra en sí mismo un atractivo del que nos queda un valioso testimonio fotográfico.

Capilla de Palmira en construcción. Lomas de Cuernavaca (F. Candela, G. Rosell, M. Larrosa. 1959)

Pero con todo ello y otros proyectos por el realizados, para muchos la imagen más entrañable de quien cree en lo que proyecta es la de esta fotografía de 1953, subido a uno de sus hypar con los obreros y técnicos demostrando su resistencia, la de la estructura y la de él. 

Prueba de carga (1953)


4 comentarios:

  1. Un GENIO me encantan la Bacardí y los Manantiales. Méjico le preñó la inspiración. La República le compensó con un exilio iniciatico.

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  2. Maravillosa obra de este gran arquitecto. Q demostró su valía como tantos artistas e intelectuales republicanos, acogidos por un país generoso y comprensivo como fué Mexico, en esta etapa tan difícil para los Españoles, cuando se impuso un gobierno dictatorial q los queria muertos.

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  3. Impresionate la obea de este arquitecto republucano, acogido por el pueblo mexicano,como tantos otros grandes intelectuales y artistas en años en los q la dictadua franquista queria su muerte

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  4. Conseguir esas superficies curvas tan fluidas y organicas a base de elementos rectos son de esas maravillosas contradicciones que hacen de la razón el motor del sentimiento que conduce a la belleza. Que grande Candela, que bueno recordarlo.

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