lunes, 19 de febrero de 2018

Sol y luna

Desde sus orígenes, el ser humano se ha guiado por el ciclo, constante y cambiante, del sol y la luna. La luz y la oscuridad. La vida y la muerte. Renacer para volver a morir. Y así constantemente.
Estela de Ur-Namu. Fragmento (III mil a.C. Museo Pennsylvania)
Por ello no es de extrañar que cada cultura haya ilustrado de una u otra forma este misterioso “continuum”, estableciendo incluso diferentes significados y categorías en cada una de sus representaciones, en las que el sol y la luna aparecen complementándose, como si no se pudiese entender uno sin la otra.

Crucifixión. Fragmento (Pesselino c.1450)
Llama la atención que esta iconografía, tan frecuente en representaciones religiosas, y especialmente en la imaginería pictórica de la crucifixión de Jesús durante la Edad Media y el Renacimiento, tenga un sitio en la torre del Ayuntamiento (Stadshuset) de Estocolmo, magnífica obra del arquitecto Ragnar Östberg, construida en las primeras décadas del siglo XX (1911-23), en plena exaltación del nacionalismo romántico sueco.

Ayuntamiento Estocolmo (J.M.L.)
Detalle Torre Ayuntamiento 
Sutilmente dibujadas en la fachada sur de la esbelta torre que avanza hacia el lago Mälaren, las imágenes del sol y la luna, apenas se hacen visibles dentro de la densa textura de la fábrica de ladrillo rojo que conforma todo el edificio.

Su presencia, se podría creer, es un recuerdo que sólo perciben los más observadores de la vinculación de tan representativo edificio con el acontecer cotidiano, y repetitivo, de la vida de la ciudad. 

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