lunes, 12 de febrero de 2018

La ciudad del amor

William Shakespeare nunca estuvo en Verona.

Pero a partir de difundirse su “Romeo y Julieta” (1597), la ciudad fue montando un especial imaginario al servicio de la leyenda y del turismo, utilizando un antiguo Palacio señorial, “tuneado” con pintorescos balcones añadidos en el siglo XX, para hacer “realidad” el texto de Shakespeare.

Verona (Foto J.M.L.)
Pero mucho más interesante que el edificio, que su mobiliario o cuadros, lo constituye su zaguán-pasaje de entrada, en cuyas paredes cientos de mensajes sobre papel o directamente escritos sobre las mismas forman un tupido mural de amor, en el que se recortan las pantallas con dos auriculares (todo está pensado para románticas parejas) a través de los cuales te explican, en variados idiomas, la trágica historia de los enamorados.

Verona. (Foto J.M.L.)
Pero muy cerca de allí, en uno de los muros que canalizan el río Adigio formando un paseo de borde, el Lungadige Re Teodorico, ajeno a ese cúmulo de insulsas declaraciones amorosas, alguien, seguro que profundamente enamorado y con mucho mérito por lo arriesgado de su labor, demandaba una respuesta a su cariñosa pregunta, "Ti vedo scritta su tutti i muri ... E´la mia morosetta?

La ciudad se convierte así en soporte no sólo de actividades productivas o de ratos de esparcimiento. Se hace también cómplice del amor de sus gentes.

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