A un puente se le confía la misión de comunicar las dos
orillas de un río o la de salvar un fuerte desnivel.
Si además a ambos lados se
extiende la ciudad dividida en dos, su papel es todavía más importante
y bello, el de continuar las calles y la vida, permitiendo el paso de un lado al
otro, y a su vez, si cruza un río, el de las embarcaciones
cuando es preciso.
San Petersburgo. Foto: Oficial City Guide S. P. |
En la ciudad de San Petersburgo, al llegar la madrugada se
abren muchos de los numerosos puentes que cruzan sobre el río Neva para
facilitar el tránsito de los barcos cargueros, dejando a los habitantes de las
islas de Petrogradskoe y Vasilievski aislados durante unas horas.
Como no podía ser menos la industria del turismo no tardó en organizar paseos nocturnos en barco para “disfrutar del espectáculo de luz y color”.
Amsterdam. Foto: J. M. L. |
Mucho más cotidiana es la situación de tener que parar de
día ante las barreras de uno de los puentes que cruzan los canales de
Amsterdam.
En ese momento contemplas la “rotura” del mismo y cómo se levantan
sus mitades y con ellas sus aceras con sus barandillas, y las calzadas con su
señalización pintada en el suelo, y los raíles del tranvía con su tendido eléctrico,
las farolas y las señales de tráfico, convirtiéndose en un singular mural que
parece que fuese a desplomarse en cualquier momento.
Y la pregunta que te haces es ¿cuando el puente se cierre volverán a casar sus dos partes?
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