Ninguna ciudad me ha producido sentimientos tan encontrados
como al recorrer las calles de La Habana Vieja, Centro Habana, el Vedado y
otros barrios no tan históricos.
Seguro que llegará un tiempo en que todos sus palacios, casonas y anónimos edificios de viviendas, o muchos de ellos, recuperarán su valor arquitectónico, arreglados y en mejores condiciones de habitabilidad, pero dudo que sus
futuros moradores tengan algo que ver con quienes, sufrida y estoicamente,
ocupan hoy sus edificios, que a su vez, y en muchos casos, tienen poco que ver con los
propietarios de antes de la Revolución Cubana.
La Habana Vieja. Foto J. M. L. (2014) |
Mientras tanto me quedo, más que con los edificios que se han "rellenado artificiosamente" de hoteles y oficinas diplomáticas, con aquellos en los que, “haciendo de la necesidad, virtud”, se ha intervenido, asumiendo las
particiones y modificaciones que se hicieron para alojar a tanta gente como en
su día hizo falta y sobre los que no se tiene porqué hacer “tabula rasa”, asumiendo con dignidad esta nueva fase de su historia.
La Habana Vieja. Foto: Sandra Calvo |
Propuesta Sandra Calvo (Tablero, cartón y pintura) |
Posición que va en paralelo con la propuesta artística "Trópico entrópico.
Multiplicación del paisaje interior" que la artista mexicana Sandra
Calvo realizó en La Habana con motivo de la XII Bienal (2014-2015).
Propuesta que definía como “… un proyecto colaborativo de
sitio específico, fruto de un prolongado trabajo de campo con la comunidad,
para articular desde el arte el derecho a la vivienda tomando en cuenta el rol
principal que juegan los habitantes en situaciones marginales en la lucha,
defensa y mantenimiento de la misma”, y que consistió en la reproducción a tamaño real, con
cartón pintado y con mucho respeto, de algunos de los interiores de edificios
que habían sufrido el maltrato de la penuria.
Una
actitud intelectual y social que en estos, todavía, tiempos de crisis para
mucha gente, en Cuba y fuera de Cuba, encuentra sus puntos de contacto con
intervenciones en el patrimonio arquitectónico europeo, más atentas a resolver los problemas de uso con corrección y controlando la inversión, que al purismo de lo que
fue o la "boutade espectacular" de turno.
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