No deja de sorprenderme, cada vez que paseo sin rumbo por una ciudad,
sea conocida o a la que llego por primera vez, la variedad de situaciones que
se dan, unas motivadas por la consciente voluntad de sus vecinos y otras fruto del azar.
Son éstas últimas las que más me atraen, generándome una
pequeña reflexión sobre de qué forma se produjo lo que en ese momento atrapa mi
mirada.
Barcelona. Foto J. M. L. |
Hace unos años, antes de la reforma de la Plaza de Lesseps en Barcelona,
pude contemplar desde el balcón de la casa de una amiga cómo, con motivo de
alguna pequeña reparación en la vía pública, los operarios habían recolocado
los adoquines del paso de peatones tal como les venían a mano, sin darse
cuenta ¿o quizás sí?, de que el rígido trazado de franjas blancas se había
“pixelizado” dejando a los respetuosos ciudadanos con la duda de por dónde
pisar y pasar.
Flying Zebras. Thilo Folkerst con Marc Pouzol, (Berlín-Mitte.1997) |
Y, salvando las distancias, no pude por menos que admirar cuán sorprendentes pueden ser los caminos del “señor” (albañil o artista).
Sobre los pasos de peatones siempre se me plantea la duda... por qué nuestras ciudades deben tener pasos de peatones, en vez de pasos de vehículo.
ResponderEliminarA mi modo de ver, los primeros refuerzan el concepto de que la ciudad está concebida para el automóvil y que, como también existen esas cosas tan molestas para la fluidez del tráfico llamadas personas, de vez en cuando hay que concederles algún punto de paso para que no se queden encerradas en su manzana para siempre.
Del mismo modo, cuando alguna rara vez, se ejecuta alguna intervención interesante como el encuentro de las calles Saturnino Ulargi, Daniel Trevijano y Siervas de Jesús de Logroño, el acabado final es tan triste como el pintado de 2 pasos de cebra convencionales... lástima de un Thilo Folkerts en el ayuntamiento, o en su defecto, algún pintor desconocedor de la normativa señalética de tráfico.
Muy buena reflexión para trasladar a los concejales de Tráfico de nuestras ciudades.
EliminarEn esta línea, alguna vez en Logroño he observado que las cuentas atrás de los semáforos están pensadas para que los peatones corran ansiosamente fuera de la calzada cuando la luz va a cambiar, cuando en otras ciudades (Ámsterdam o Tokio, por ejemplo) la cuenta atrás se da cuando el peatón está esperando, para que se le haga más llevadera la espera. Esta disposición también es producto de la prioridad que, consciente e inconscientemente, se da a los vehículos.
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