lunes, 12 de marzo de 2018

Del abrigo a la casa: del fuego al hogar

Si alguna forma geométrica sugiere la idea de protección es la del círculo.
Su geometría es fiel reflejo del deseo de compartir o comunicar, y a la par su figura es la mejor forma de optimizar, como envolvente,  la superficie contenida.

En torno al fuego. (Foto de Arquiscopio)
Playa de  Fuerteventura. Islas Canarias Foto:Y. Arthus-Bertrand

De esta forma de materializar y organizar el cobijo de las primeras sociedades más o menos sedentarios, nos han dado testimonio no sólo los hallazgos arqueológicos, también los estudios de etnografía sobre las sociedades primitivas existentes.

Castro de Santa Tegra.Pontevedra. Imagen de AGI architects
Histoire de l´habitation humaine. 1875. Viollet le Duc
Pero será en un estadio superior de este proceso, con el desarrollo de la sociedad, cuando paulatinamente se consolide esta necesidad de protección con materiales más duraderos, pasando del “espacio abrigo” al “espacio para habitar” con una cierta especialización de usos.

Cuán interesante y complejo tuvo que ser el tránsito entre la forma circular primigenia y la rectangular más elaborada. Cómo  debió ser, en términos arquitectónicos, la aparición de la esquina construida al formalizar el encuentro entre dos muros.
Planta de una casa. Tablilla mesopotámica. s. XXI a.c. (Foto: Olaf M. Tessmer)
Y sobre todo cuánta capacidad de abstracción, a la par que de voluntad figurativa para representar, sobre una tablilla de arcilla, el plano de una casa en la antigua Mesopotamia.

Una casa que literalmente responde a su actual definición de “edificio para habitar”, con habitaciones individualizadas por gruesos muros, una de las cuales, a buen seguro, alojaba el lugar del fuego, origen de aquella primigenia forma de protección. El reconocimiento a su origen subyace en su propia etimología: "fuego", en latín “focus” y “focaris", que deriva en "hogar", sinónimo de "casa".



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