lunes, 19 de marzo de 2018

Llamar y oir ____________________________________________

Es raro que al recorrer una ciudad como turista se preste atención a los timbres de las casas.

En Venecia no hace falta fijarse en ellos, te saltan a la vista por despistado que vayas paseando.

Es tan habitual encontrarte con esas “caritas” que te miran asombradas o te hacen muecas, que no puedes dejar de pararte un momento y buscar el significado de cada uno de sus gestos.

Foto: J.M.L.
Foto: J.M.L.
La diferente disposición de uno o varios pulsadores, junto con  la pequeña rejilla que hace de audífono y, a veces, los huecos para echar las cartas, todos ellos insertos en una placa de piedra, da lugar a un rico juego de composiciones en el que la mayoría de las veces reconoces el guiño de un sorprendente Polifemo o a un monstruoso rostro con múltiples ojos.

Foto: J.M.L.
Foto: Paloma E. C.
Lo que menos importa es si los vecinos de la casa han buscado uno u otro motivo, o si ha sido fruto del capricho del industrial del ramo. 

El resultado en cualquier caso es que los venecianos, o su ciudad han hecho de un elemento, más propio de la privacidad doméstica, un curioso y variado ejercicio de diseño que contribuye, en su escala, a la formalización de la escena urbana, a la par que se constituye en una particular señal de identidad. 

Foto: J.M.L.

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