jueves, 22 de marzo de 2018

Entre maestros anda el juego (infantil)


La arquitectura y la ciudad han sido tradicionalmente terrenos generosos como lugares de juego. La satírica y divertida mirada de Pieter Brueghel nos muestra una ciudad en la que los adultos han ocupado su plaza y calles para sus juegos, como si hubiesen recordado, de repente, los hábitos de  la infancia. 


Juego de niños. Pieter Brueghel.1560

Eso podía ser así, entre otros motivos, porque hasta hace poco más de un siglo en las ciudades no se consideraba necesaria (quizás no lo era) la existencia de un espacio destinado exclusivamente para el juego infantil al aire libre.

Las transformaciones socioeconómicas, con las nuevas corrientes pedagógicas e higienistas, que se desarrollan desde antes de la mitad del siglo XIX propiciaron, a principios del siglo XX,  la creación de las primeras áreas de juego.

Ejempo de ello fueron  la construcción de los primeros  kindergarten  de  Froebel  en 1837, la postura pública del presidente de los Estados Unidos en 1907 Theorore Roossevelt sobre la necesidad de Playgrounds niños dada la inseguridad de las calles o  el desarrollo del movimiento Open Air Schools a partir de los 20 en Inglaterra y Francia.

Ohío. 1908. Foto: Lawis Hine
Folleto propaganda comercial. 1926















Pero el cambio más radical en este terreno se producirá a raíz del final de la 2ª Guerra Mundial, primero con la intervención sobre las ciudades europeas bombardeadas y posteriormente con motivo del incremento de la población infantil, fruto del baby boom.

En 1947 el arquitecto Aldo van Eyck (1918-1999) recibe el encargo del Ayuntamiento de Amsterdam de transformar muchas de las zonas destruidas y espacios residuales en el interior de la ciudad para convertirlas en lugares estanciales y de juego infantil. La primera fue Bertelmanplein y hasta 1978 su equipo proyectó y se construyeron más de 700 parques infantiles en espacios de todo tipo.
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Van Eyck utilizó una serie de sencillos elementos que se repetían adecuándose a cada lugar. Un arenero, como lugar de juego para los más pequeños, con forma de círculo, cuadrado o triángulo, unas barras metálicas dispuestas como pasamanos, un pequeño túnel o cúpula formados por perfiles tubulares, unos bancos y una cuidada utilización del pavimento fueron las piezas básicas con las que creó un nuevo modelo de parque infantil.

Dijkstraat. Amsterdam.1954. Aldo van Eyck
Zeedijk . Amsterdam. 1956. Aldo van Eyck



















Si bien el personaje similar, y anterior, en EE. UU. sería Robert Moses, responsable del departamento de Parques de Nueva York desde 1934 a 1960, por la creación de numerosos playgrounds,  fue el arquitecto y artista americano-japonés Isamu Nagochi (1904-1988) quien, con un lenguaje totalmente diferente, planteó un nuevo tipo de espacio en el que incorpora la topografía como un elemento más de juego.

En el diseño de su primer espacio de juegos, Play Mountain (Atlanta. 1933), generaba un encadenamiento entre una superficie escalonada con una amplia rampa a su lado, un anfiteatro y un pequeño estanque.

Lamentablemente fue rechazado por la Administración al entender que ofrecía numerosos "riesgos" para los niños. Por el contrario Naguchi defendía que el espacio proyectado debía propiciar el desarrollo de la imaginación y autonomía de los niños en un ambiente de plena libertad de movimientos.

Similar suerte tuvieron sus proyectos posteriores en esta campo, Contoured Playground (Atlanta. 1941), al coincidir con la 2ª Guerra Mundial, United Nations Playground (Nueva York. 1952), realizado en colaboración con el arquitecto J. Whittlesey, o las diferentes soluciones para Riverside Drive Park (Nueva York.1962-66), desarrolladas con Louis I. Kahn, por desacuerdos con la Comisión de Control de Parques.

Únicamente dos se hicieron realidad, Playscapes (Atlanta. 1975) y Kodomo No Kuni (Tokyo. 1965), realizado este último con Yoshio Otani.

Play Mountain. Atlanta. 1933. Isamu Nagochi
Contoured Playground. Atlanta. 1941. Isamu Noguchi

 














Por diferentes que resultan las propuestas de ambos arquitectos, conceptualmente y en su realización, supusieron, y lo siguen siendo, un referente en el diseño urbano.

Su huella se reconoce en el trabajo de numerosos arquitectos, paisajistas y artistas, que con diferentes planeamientos pedagógicos, funcionales y estéticos, entre los años 50 y mediados de los 80, concibieron una amplia gama de espacios para el juego.

En las últimas décadas, entre la invasión de abundantes y sosos artefactos que ocupan todos los rincones de nuestros pueblos y ciudades, afortunadamente encontramos propuestas en las que se aprecia, como si fuese un eco lejano, el recuerdo de los dos "maestros del juego". 




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