lunes, 28 de diciembre de 2020

Inocentes fotomontajes


Si bien se considera que el primer fotomontaje es obra del fotógrafo Henry Peach Robinson (1830-1901), la historia del fotomontaje arquitectónico va íntimamente ligada a las vanguardias artísticas del siglo XX, al collage en pintura y a las enseñanzas y trabajos de la Bauhaus. Seguramente uno de los primeros corresponda a la serie Metrópolis de Paul Citröen (1923) en su época de estudiante en la Bauhaus.

Metropolis (P. Citroen. 1923)

En el camino recorrido por el fotomontaje hasta nuestros días, y en especial en las últimas décadas, han sido numerosos los artistas plásticos, fotógrafos y arquitectos que han creado magníficos ejemplos primero manualmente y en la actualidad sirviéndose del ordenador.

En todos ellos encontramos una  actitud común, pero también sus particulares reflexiones.

Respecto a la primera todos reinterpretan la realidad, o mejor dicho la manipulan.

En cuanto a las segundas, unos buscan crear una ficción surrealista entre elementos opuestos, mientras otros apuestan por la superposición de edificios o de sus fragmentos, más o menos reconocibles, construyendo imposibles arquitecturas. 

Hay quienes parecen dominar las leyes de la gravedad o de la estática estructural y los hay que realizan pequeñas y realistas maquetas para fotografiar irreales composiciones. 

Alguno se considera un “narrador visual y proveedor de hiperrealidades fotográficas reinventadas”, mientras otros son singulares “paisajistas urbanos” que modifican provocativamente la imagen de la ciudad. 

    Scott Muller (1986)                                   Luca Galofaro (1990)                               Victor Enrich (2004)

Dionisio González (2006)                            Philip Dujarin (2007)                            Jean Francois Rauzier (2008)
 

             Estudio MVRDV (2011)                                Beomsik Won (2015)                          Anastasia Savinova (2017)           

     Frank  Kunert (2017)               Mohammad Hassan Forouzanfar (2018)                  Aydin Buyuktas (...)  

En cualquier caso sus autores se mueven entre la realidad  y la ficción y se codean con lo onírico, lo absurdo, lo irreal, lo mágico, lo imposible y lo fantástico, pero su obra no es sólo una imagen que nos llama la atención, su obra como es propio del arte nos propone pensar.

Porque como dice el autor de una de las imágenes, Philip Dujardin, “Parece que todos mis  diseños podrían haberse construido, es sólo que nunca los has visto”. 

Por ello en un día como hoy en el que tradicionalmente se mezcla lo real con lo inventado "La ciudad visitada” se une a esta celebración, en tiempos más bien opacos, con los brillos de unas arquitecturas que en realidad no lo son. 

Bueno, todas menos una, de la que se redactó el Proyecto técnico correspondiente, y que de haberse construido hubiese sido más un desafuero que una inocentada.

A descubrirla estáis invitados y en caso de fallar podréis oír desde la lejanía a sus autores diciéndoos “inocente, inocente …”.

¿Cuál es la imagen que corresponde al único proyecto arquitectónico real que estuvo  a punto de construirse? 

Quien acierte recibirá de premio la suscripción gratuita a la “La ciudad visitada”. 







lunes, 21 de diciembre de 2020

Pintando la ciudad de noche

 

Durante siglos pintar la ciudad de noche no suscitó el interés de los artistas. Es lógico, ¿qué iban a pintar?, ¿La oscuridad, apenas matizada por la luz de las antorchas o de la luna?

Aunque la famosa obra de Rembrandt “La ronda de noche” (c. 1642) no corresponde en realidad a una escena nocturna, determinados pintores de los siglos XVIII y XIX utilizaron frecuentemente y de diferentes formas el contraste entre la luz y la oscuridad, dejándonos notables ejemplos de la ciudad dibujada entre tinieblas.

Los fusilamientos del 3 de mayo (Fco de Goya. 1813)
View of Dresden by Moonlight (J. C. Dahl. 1839)

La llegada de la luz artificial, fuese con lámparas de gas (a partir de principios del siglo XIX) o eléctricas (en las últimas décadas del mismo siglo) supuso una gran transformación socioeconómica, pero también un radical cambio en la vida cotidiana y en la imagen de la ciudad que los artistas percibieron y mostraron a la sociedad.

Una nueva ciudad pautada por la secuencia de las farolas que reproducía, regularizando, el trazado de calles y paseos propiciando su uso, o por lo menos el de los barrios iluminados.

Reflections on the Thames, Westminster (J. Atkinson Grimshaw. 1880)
Boulevard Montmartre, Effet de nuit (C. Pisarro. 1897)

Salpicada por el resplandor que salía de los cafés y  otros locales, pequeños y cálidos refugios, que alumbraban sus alrededores como grandes fanales.

Terrasse de café la nuit (V. van Gogh. 1888) y Bleeker and Carmine Streets (G. Lucks. c. 1915)

Una ciudad que en general parece vacía y oscura, casi dormida como sus moradores, pero que resplandece en la oscuridad creando un difuso halo luminoso a su alrededor.

Picadily Circus (G. Hyde  Pownall. c.1919) y The city from greenwich village (J. Sloan. 1922)

Que sigue viviendo al anochecer en los espacios que crea con las luces y las sombras, a veces salpicados de farolillos, otras enmarcados por la dramática luz de una farola.

Le bal Mabille (J. Béraud. 1880) y Le Louvre la nuit (A. Gierymski. 1891) 

En unas obras en las que se refleja la tensa e intensa vida que se desarrolla en ella con los fuertes colores de la pasión o los fríos tonos de la angustia.

Metropolis (G. Grosz. 1916) y Die Strasse (J. Steinhardt. 1918) 

Una ciudad en la que las farolas, las ventanas de los edificos y los faros de los vehículos componen una auténtica sinfonía lumínica.      

 Le Pont Neuf, la nuit (A. Marquet. 1935) y New York Night (G. O´Keeffe. 1929)  

Y en la que ni la oscuridad ni la iluminación artificial son los únicos protagonistas, como nos lo recuerdan algunos artistas recuperando el simbolismo de la primigenia iluminación nocturna, la luna.

Die Srasse (G. Grosz. 1915) City In Moonlight (L. Feininger. 1916)

Cold City. Fragmento (P. Klee. 1921) y City Night (H. Brodsky. c.1940)




 





lunes, 14 de diciembre de 2020

El espacio arquitectónico en miniatura


Si bien la religión islámica no fomentó la representación figurativa del Creador ni de ningún ser vivo para evitar el culto a los ídolos, según algunos estudiosos tampoco la prohibió y fruto de ello existen algunos, y hermosos, testimonios.

El más importante lo constituye por su cantidad y calidad el conjunto de miniaturas persas, fundamentalmente las realizadas en el s. XVI, que narran múltiples historias donde los personajes y la arquitectura entremezclan su protagonismo.

A ello contribuyó la influencia del Próximo Oriente a través del imperio mongol (Persia fue invadida en 1219). Pero también, y seguramente de forma decisiva, el  hecho de que las miniaturas constituían un objeto artístico que se montaba en un álbum llamado muraqqa, de uso particular, que como tal no tenía difusión pública.

Muraqqa (Fuente: HiSoUR)

Precisamente su tamaño le confería ese carácter de algo privado, de haber sido pensado para ser disfrutado por pocas personas.

La temática desarrollada cubre un amplio espectro de escenas que recrean con detalle lo descrito en antiguos poemas y que van de lo sagrado a lo cotidiano, de lo palaciego a lo doméstico, de lo público a lo íntimo, generalmente desarrolladas en elaborados marcos arquitectónicos. 

Ilustración del libro de poemas Khamsa de Nizami Ganjavi (Adb al Samad. 1539-43) y del Iskandarnama o "Libro de Alejandro" (Kamal ud-Din Behzad. 1495)  

El esquema gráfico empleado se basa en la representación de casas, palacios y mezquitas con una falsa perspectiva que aplana el dibujo como si lo hubiese abatido sobre el papel, albergando varios fragmentos del relato en una página.

Ilustración del Hamzanama o “Las aventuras de Amir Hanza” (1570) y "El encuentro de los  Teólogos" (Abd Allah Musawwir.1540-50)

El resultado es una sensación de densidad y acumulación de espacios, a veces laberíntica, cuyos moradores parecen invitarnos a seguirlos a través de los diferentes lugares por los que se mueven o asoman. 

  "Alegoría de la embriaguez mundana" (Sultan Muhammad. 1531–33) y "Escenas de palacio" (Mir Sayyid Ali. 1539.43) 

En su reducido tamaño los interiores, representados como secciones de un edificio, se construyen con escasos muebles, pero sus pavimentos y paredes están finamente dibujados y a ellos se suman literalmente sus fachadas en las que aparecen balcones y cuerpos volados, cúpulas y lucernarios.

Ilustración de "Yusef y Zuleyka" en una sura del Corán (c. 1488) y "Matrimonio de Mihr y Mushtari" (Kamal ud-Din Behzad. 1523)  

Las ilustraciones se caracterizan por su naturalismo y los protagonistas están tratados realzando sus movimientos. Y no sólo se representan a los profetas o a la autoridad, entre ellos hay mendigos, barberos, bañistas, músicos o tenderos, muchos de ellos con rasgos orientales.

"Escena en el Hammam" (Kamal ud-Din Behzad. 1495) y "La historia de Haftvad y el gusano" (Dust Muhammad. c. 1540)

En resumen, cada miniatura es un pequeño mundo de escenas y arquitecturas, de personajes e historias que nos daría para recrear otras “mil y una noches”. 

lunes, 7 de diciembre de 2020

Damnatio memoriae

 

¿Qué poder a lo largo de la historia no ha eliminado, no ha hecho tabula rasa del testimonio individual o colectivo de los que consideraba sus enemigos como señal de dominio sobre los mismos?

La fórmula más habitual, acuñada por los romanos era, es la damnatio memoriae, literalmente la condena de la memoria, es decir el olvido, tratando de borrar parcial o totalmente de la historia el recuerdo de ciertos episodios o personajes.

Los relieves de los muros del templo de Isis en la isla de Philae (Egipto) fueron repicados cuidadosamente por los cristianos coptos para eliminar las figuras de los dioses egipcios, imponiendo sobre ellos la cruz, como nueva señal de identidad religiosa. 

Detalle del Templo de Philae. Egipto (Foto: J. M. León)


Generalmente cada proceso histórico de conquista o colonización ha supuesto el derribo de los “falsos dioses” y de sus edificios y estatuas, para en su lugar construir los que honrarían al dios “verdadero” o en su lugar a su representante  en la tierra.

Afortunadamente siempre hay excepciones y no siempre la llegada de un nuevo poder ha supuesto la desaparición física de la cultura anterior. En ocasiones aquel ha aprovechado la arquitectura existente modificándola, pudiendo reconocer en ella sus orígenes.

En una escala más pequeña, pero con un gran valor simbólico, llama la atención cuando nos encontramos con alguna excepción a la damnatio memoriae en situaciones relativamente próximas en el tiempo.

Por ejemplo, en el Aeropuerto de Tempelhof (1934-36. Ernst Sagebiel) y en el Estadio Olímpico (1934-6. Werner March) de Berlín, se mantiene el “águila imperial”, elemento característico de la imaginería nazi.  

Símbolos en el aeropuerto de Tempelhof y Estadio Olímpico. Berlín 


En Roma puedes ver relieves con el nombre de Mussolini o los fasces, que el régimen fascista incorporó como su símbolo imperial, o escuchar como resuenan las voces  Duce, Duce, Duce al pisar el pavimento del Foro Itálico (1928. E. del Debbio, 1937. L. Moretti). 

Detalles del Palacio del INPS y del Foro Itálico. Roma (Fotos: A. Petersen y akgimages-E. Vandeville)


O más significativa todavía, la Casa del Fascio en Como (G. Terragni. 1932-36), reutilizada como edificio de servicios públicos, mantiene algo tan frágil como su nombre original, incluso en los libros de arquitectura como reconocimiento a su brillante diseño, frente a cualquier intento de "purificación política".



Todos ellos son ejemplos, más o menos anecdóticos, de que en aras de la “democracia” no hay porqué prescindir de ciertos edificios, esculturas, mosaicos y diseños gráficos de interés artístico a los que les ayudaría, y sobre todo a quien los observe, la presencia de un panel explicativo contextualizándolos.

Hace unos años en España todos los edificios institucionales tuvieron que cambiar el escudo utilizado durante la Dictadura franquista, en el que aparecía el águila imperial con el yugo y las flechas, por otros sin los citados elementos.

No hubo excepción a ello. Ni el antiguo Gobierno Civil de Tarragona (1959-63), obra del arquitecto Alejandro de la Sota, ejemplo de una nueva modernidad arquitectónica, absolutamente ajena a los intereses ideológicos del Régimen, se salvó de esta norma.

El escudo original había sido objeto de la atención proyectual del arquitecto como una parte más de la fachada, encargándoselo al entonces estudiante de arquitectura (hoy reconocido arquitecto y artista) Juan Navarro Baldeweg. Concebido y realizado el relieve con un sugerente acabado, que simulaba el de las monedas de una peseta de aquellos años, “las rubias”, que el frecuente roce había desgastado, fue sustituido por el escudo constitucionalista en contra de la opinión de arquitectos y artistas en absoluto vinculados a las ideas de la Dictadura.  

Fachada y escudo original del Gobierno Civil. Tarragona (Imágenes del libro "Alejandro de la Sota". I. Ábalos, J. Llinás y M. Puente)


La realización en nuestras ciudades, hace unos años, de un inventario de  los símbolos o rótulos vinculados al régimen franquista es sin duda un documento informativo interesante, pero sería un error utilizarlo como guía para la eliminación indiscriminada de aquellos, entre los que se encuentran ejemplos de diseño gráfico que forman parte de la cultura de nuestro país y que lógicamente merecen la pena conservar. 

Promoción de viviendas de la O. S. H. Haro. La Rioja (Foto: J. M. León)


Y para quien tenga, por consideraciones políticas,  dudas sobre su carácter ideológico y proselitista, simplemente recordarle que la historia está hecha de múltiples mimbres y su gran aliada para entenderla no es el olvido, es la información y el conocimiento de la misma.

lunes, 30 de noviembre de 2020

El campo dibujado

 

La Agricultura comparte con la Arquitectura el territorio. Una cultiva lo rústico y la otra construye lo urbano, según la tradicional denominación catastral, pero ambas han recurrido a lo largo de la historia a ordenaciones basadas en la línea recta, el cuadrado y el círculo.

El “original desorden” de la naturaleza fue dando paso, de la mano del hombre y de sus aperos de labranza, a la “regularización” del paisaje.

La presencia en la agricultura de normas y geometrías rectilíneas viene seguramente del uso del arado, y la distribución de los campos y huertas de las ortogonales centuriatio, sistema de distribución de tierras con las que el Imperio romano premiaba a los legionarios licenciados, asegurando el control de su territorio. 

Fresco de la tumba de Sannesjem (Deir el Medina. Egipto. 1.200 ac.) y Fragmento del mapa del término de Isola (Italia) con la trama de la parcelación romana.

Afortunadamente éste no era una tabula rasa, aunque se pretendía convertirlo en tal para su mejor aprovechamiento, pero la reducida intensidad de ocupación del mismo durante siglos, junto a su variada orografía, la presencia de ríos y la necesidad de disponer de bosques para la caza y la construcción permitió un cierto equilibrio entre naturaleza y agricultura. 

Detalle del libro Les Trés Riches Heures du Duc de Berry, mes de Diciembre (Hnos. Limbourg. c. 1419) y Vista de los campos de la Vall d´Áger (Foto: J. Recassens)

El vertiginoso desarrollo de cultivos extensivos e intensivos, especialmente durante el siglo XX, con una tecnología que va del tractor al dron, con nuevos sistemas de producción a partir del uso abusivo de fertilizantes químicos, de amplias deforestaciones, de la producción de alimentos transgénicos o la implantación de invernaderos ha ido de la mano de operaciones de concentración de la propiedad, la aparición de grandes empresas agrícolas y de más que discutibles políticas agrarias.

El resultado es bien conocido, ante nuestros ojos tenemos un atractivo paisaje de engañosa belleza con su orden, trazados y colores.

Un paisaje que parece dibujado con tiralíneas, fruto del movimiento de tractores y cosechadoras,

Cultivos cerca de Cognac (Francia. Foto: I. Arthus Bertarand) y Campo de algodón en Tarim (China. Foto: Xingua. Du Bingxun)

a base de extensas retículas, que permiten una máxima rentabilidad y un cómodo acceso,

Campos de Espel (Países Bajos. Foto: B. Grant) y de Meridian (EE. UU.)

o hecho de círculos definidos por el giro de las gigantescas estructuras de riego,

Arabia Saudí (Fuente: Traxco y Foto: B. Grant) 

compuesto de múltiples colores, fruto del empleo de variedades de la misma planta en grandes monocultivos,

Campos de tulipanes (Holanda) y viñedos en La Rioja (España. Fuente: Inout viajes)

y construido por las inmensas superficies brillantes o luminosas de los plásticos de  los invernaderos,

Invernaderos en Almería (España. Fuente Apple  Maps) y Holanda (Foto: T. Hegen)

aunque siguen quedando quienes prefieren rodear los restos de un bosquecillo a talarlo, o cultivar su pequeña huerta. 

Campo labrado (Fuente: freepick) y Huertos o "venajos" en Haro (La Rioja. Fuente: radioharo)

Llegado a este punto ¿este ciclópeo esfuerzo está  sirviendo para el fin que se supone se pretendía, alimentar a todos los habitantes de la Tierra?, ¿su aprovechamiento es lo suficientemente racional y ecológico para que generaciones venideras puedan seguir utilizándolo?, o ¿ha sido una muestra más de la capacidad del sistema en el que estamos inmersos, para que alguien saque más beneficio de su explotación, en el doble sentido de rendimiento y abuso? 

Almería (Foto: E. Burtinsky) y "Sequía" ( Fuente: innovaspain)

De la comparación entre estas dos últimas imágenes, que puede parecer anecdótica y premeditadamente buscada, no es difícil imaginar que por el camino de una actividad intensamente abusiva y contaminante sobre la tierra, mientras parte de la población no tiene recursos para “labrar” su futuro, el planeta puede acabar “agotado”.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Arquitectura sin arquitectos.

 

La editorial Pepitas de Calabaza acaba de reeditar Arquitectura sin arquitectos. Breve introducción a la arquitectura sin genealogía obra del escritor y arquitecto Bernard Rudofsky (1905-1988).

La nueva publicación se presenta además con una gran mejora en la calidad de las  reproducciones fotográfica respecto a la edición anterior, haciéndola más atractiva todavía.

Guardo un ejemplar de la publicada por la Editorial Universitaria de Buenos Aires en 1973, comprado en aquella década, bastante usado porque su consulta me sigue proporcionando placer visual y aprendizaje del buen hacer de lo que tradicionalmente hemos llamado Arquitectura anónima, popular, vernácula, etc.

Este libro debe enmarcarse en un doble contexto. Por un lado, en el de la obra escrita por un arquitecto con una heterodoxa mirada sobre la arquitectura y la ciudad y cuyo planteamiento queda perfectamente definido en la frase publicada en 1938, "What is needed is not a new way of building, but a new way of living" (“Lo que hace falta no es una nueva forma de construir, sino una nueva forma de vivir”) y  que posteriormente desarrolló en diversas exposiciones y publicaciones.

Streets for People (ed. Doubleday & Company.1969) y Now i lay me down to eat (ed. Anchor Books. 1980)

El otro contexto es el de la propia editorial logroñesa Pepitas de Calabaza, con una colección sobre  arquitectura y urbanismo que cuenta con abundantes títulos, de los que no puedo por menos que destacar las magníficas reediciones de La ciudad en la Historia (L. Mumford) y El modo atemporal de construir (Ch. Alexander).


Con una didáctica introducción a modo de declaración de principios, B. Rudofsky en Arquitectura sin arquitectos nos traslada desde el territorio transformado por el hombre, visto desde el cielo, hasta el detalle del simbolismo figurativo de un poste de madera tallado en una casa dogón en Malí, con el que parece podrías dialogar.

En el camino, numerosos epígrafes nos introducen en temas tan sugerentes como la elección del lugar para asentarse y la adecuación del terreno para su cultivo,

Mojácar (Almería. Andalucía. España) y montaña terraplenada en China.

la arquitectura por sustracción, enterrada o excavada en las paredes de las montañas,

Aldea subterránea cerca de Loyang (China) y fachada de iglesia excavada en Göreme (Anatolia. Turquía)

la forma de la ciudad estructurada y de los asentamientos indígenas,

Marrakesh (Marruecos) y aldea de Logone-Birni (Camerún)

el carácter de las calles, protegidas de las inclemencias del tiempo por soportales o celosías,

Soportales de  Garrovillas de Alconétar (Cáceres. Extremadura. España) y localidad sin identificar (Äfrica)

las casas y los espacios de almacenaje, con sus múltiples variantes constructivas,

Apanomeria (Oia. Grecia) y Hórreos en Combarro (Pontevedra. Galicia. España)

o el control de la luz y la representación mítica de la figura humana entre otros muchos.

Techo de casa de baños en Iznik (Bursa. Turquía) y poste con forma de  mujer en una casa  en territorio dogón (Malí)


Y en todos ellos se respira la intensidad de lo normal, de aquello que a partir de la realidad, el sentido común y la imaginación de cómo aprovecharla, permitió a tantas generaciones modelar el paisaje, dibujar sus ciudades y pueblos y construir sus casas, fruto de una actividad transformadora que modifica el territorio y en la que se reconoce un gran esfuerzo colectivo.

Pero no sólo eso, también se puede percibir algo menos evidente, el pálpito de algo más inmaterial, más mágico, característico del "orden" de las sociedades primitivas. 

En resumen, con esta publicación la editorial Pepitas de Calabaza nos invita a un viaje de imágenes, sensaciones y reflexiones por diversos lugares, que yo os animo realizar.

(Nota. Todas las imágenes pertenecen al libro Arquitectura sin arquitectos)


Para más información:

http://www.pepitas.net/libro/arquitectura-sin-arquitectos

lunes, 16 de noviembre de 2020

Otras fachadas

 

Si bien la arquitectura debe ser entendida como la materialización de un complejo sistema de relaciones, desde las intelectuales a las constructivas, desde las funcionales a las socioeconómicas, es normal que la identifiquemos a través de sus fachadas.

La mayoría de las edificaciones se presenten públicamente a través de aquellas, ejemplo de la expresión “la cara es el espejo del  alma”. En su diseño sus autores tratan de condensar la razón de ser de las mismas contribuyendo a la expresiva configuración de la ciudad.

Y así el diseño de las fachadas se carga de reglas compositivas, proporciones geométricas, molduras y relieves, acabados diversos , etc. Todo ello generalmente con la pretensión de ser testimonio ¿eterno? de su momento.

Por ello resulta tan atractiva la imagen de esas otras fachadas, en las que aquellos planteamientos, por humilde que sea su interpretación y plasmación, desaparecen o se transforman en determinadas épocas del año.

Ahora que está tan en boga hablar de fachadas verdes, parece que nadie se acuerda de en cuántos edificios sus propietarios propiciaron la transformación exterior de su casa creando con la extensión de enredaderas una nueva envoltura, porosa, fresca y colorista.

Barrio Baba. Praga (Foto: J. M. León)

Fachadas que en muchos casos mutan su colorido y textura con el cambio de estación según el tipo de planta que recubre el muro.

Logroño (Fotos: J. M. León)

En otros casos este cambio formal sólo se produce en determinados pueblos cuando llega el otoño.

Con la recolección del pimiento rojo de sus huertas aparecen en las fachadas de muchas de sus casas unos sencillos artilugios, unos palos, para colgar de ellos las ristras de los citados frutos. Este curioso “revestimiento” a modo de cortinas vegetales, llena de un curioso color y textura los edificios mientras dura su secado al sol, transformando durante unos días la escena urbana. 

Pueblo de la Ribera navarra y Quel. La Rioja (Foto: J. M. León)


Ambas imágenes constituyen  un buen ejemplo de lo que podríamos llamar “fachadas de temporada”, que en su papel de soportes de un añadido vegetal que cambia de color o desaparece celebran el paso  del tiempo, como los balcones adornados en ciertas fechas con guirnaldas o luces de colores celebran los grandes acontecimientos y las pequeñas efemérides.


Nota: sobre "Fachadas" en La ciudad visitada puedes curiosear:

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2019/06/solo-fachadas.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2019/09/arquitecturas-inacabadas.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/11/el-muro-y-el-hueco.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/04/edificios-con-mensaje.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/03/edificios-asimetricos.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/03/agregaciones-en-buena-compania.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/02/mas-muros-cuzco-y-taquile.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2018/01/dos-intervenciones-historicas.html

https://laciudadvisitada.blogspot.com/2017/12/de-muros-florencia.html







lunes, 9 de noviembre de 2020

A jugar a la calle

Hubo una época en que la calle era el espacio habitual de los juegos de los niños. 

Niños jugando Zennor Road. Londres (Foto: P. Kaye. 1960) y Rainham. Kent (Fuente: Rainham Memory)

En nuestra sociedad hoy esto parece casi imposible.

A ello han contribuido lógicamente las sucesivas transformaciones, en muchos casos positivas, en los hábitos sociales y de la propia ciudad.

La especialización del espacio según edades y usos y el aumento de tráfico rodado y peatonal por nuestras calles han contribuido a este cambio de  “paisaje”. Ahora en nuestras ciudades se juega en los parques infantiles, en los patios de los colegios, en las pistas y campos construidos  para  ello o en los polideportivos cubiertos, y las calles si no  están peatonalizadas son dominio del vehículo.

El uso de la calle para el juego en la actualidad ya sólo se da en los pueblos y en países con precarias economías o con situaciones más dramáticas.

Partido de baloncesto. Barrio de Manila

Juagando a la rayuela. Homs. Siria (fuente: el confidencial)


Los cambios tecnológicos han propiciado que en nuestra sociedad se juegue de forma diferente. Por ejemplo, los niños, y no sólo niños, “juegan” mucho en casa con el móvil, la tablet o el ordenador a la par que practican deporte a través de regladas actividades extraescolares.

Así que tantos lugares y paredes que fueron tan apreciados para jugar perdieron esa actividad o han desaparecido. De otros queda una difuminada huella tal como muestra el fotógrafo M. Kirkham en su trabajo Urban Goals.

Urban Goals. Toxte. Liverpool ( Foto: M. Kirkham)

Por ello me llama la  atención encontrarme con unos críos que han tomado momentáneamente una plaza, “desmonumentalizándola”, y utilizando como simbólica portería la reja de la portada de la iglesia.

Plaza del Mercado. Logroño (Foto: J. M. León)

Afortunadamente desde hace unos años se está reivindicando desde diferentes lugares, y de formas muy diversas, la recuperación de la calle como espacio de juego.

En unos casos con campañas que ponen en práctica asociaciones de vecinos y colectivos educativos con el acuerdo del ayuntamiento que cierra provisionalmente al tráfico alguna calle dejando sin efecto la aplicación de la “ordenanza cívica” correspondiente. 

Jugando en la calle . Waterville. Maine (Fuente: nescbwi) y (Fuente: genteyold)

En otros a través de la intervención de artistas urbanos como Florian Riviére o Benedetto Bufalino que, con una carga de ironía surrealista, llaman nuestra atención al utilizar elementos cotidianos fuera de su contexto y función. Con un reducido presupuesto y una gran creatividad llaman “al juego” en la ciudad como un nuevo placer.

No pay, play. Estrasburgo (F. Rivière. 2011. Foto: J. Roth) 

Tras basquet 1. Estrasburgo (F. Riviére. 2011)

Le terrain de fot. Pau (B. Bufalino. 2017)

En cualquier caso, imágenes todas ellas que traslucen el deseo de hacer realidad nuevamente aquella expresión de “¡Hala, a jugar a la calle!”, desaparecida hace tiempo del lenguaje familiar.